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Un poco de historia. El SEAT Toledo eléctrico de las olimpiadas de Barcelona

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Hace poco hemos visto como SEAT está valorando sus posibilidades de salir al mercado de los coches eléctricos. Se valoran modelos como el Mii eléctrico e incluso también se habla de un Leon híbrido enchufable. Tampoco se descarta poner en marcha un nuevo modelo diseñado en la base MEB, utilizada por el Grupo VAG.

Sin embargo, hace ya mucho tiempo que SEAT comenzó a hacer sus primeros pinitos con la movilidad eléctrica. Corría el año 1992 y España estaba ante un evento que marcaría un antes y un después en su historia: la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona.

SEAT tiene un gran peso en Barcelona debido a la fábrica que dispone en Martorell y que actualmente fabrica modelos como la Nissan e-NV200. Por aquel entonces también lo tenía, y los Juegos Olímpicos eran una gran oportunidad para promocionar la marca a nivel mundial.

Como siempre, en estos caso hace falta un empujón de las autoridades para llevar proyectos eléctricos a cabo. El Comité Olímpico obligó a que la flota de vehículos que seguían a los atletas durante las carreras no pudiese contaminar. Por eso, SEAT se vio en la necesidad de ofrecer algo diferente. Algo que le diera una imagen de sostenibilidad y modernidad y que cumpliese con las directrices del comité. El resultado fue un SEAT Toledo eléctrico, que además fue el encargado de llevar la antorcha olímpica durante algunos de los últimos kilómetros de su recorrido.

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El SEAT Toledo eléctrico fue el primer coche de la historia de la marca española en no montar un motor de combustión. Desarrollado por un equipo de ingenieros en apenas unas semanas, sus características técnicas eran cuanto menos, discretas.

El Toledo eléctrico estaba dotado de un motor de corriente continua, que tenía una escasa potencia de 20 CV (15 kW). Este motor estaba alimentado por un pack de baterías de plomo del cual se desconoce la capacidad, pero que se habla de que pesaba 500 kilogramos. La refrigeración de las baterías se realizaba con agua y disponía de un sistema de monitorización de la temperatura y de la corriente de carga y descarga, que permitían garantizar una fiabilidad total a fin de cumplir con el uso para el que se había diseñado.

El modelo tenía una escasa autonomía de 65 kilómetros y una velocidad punta de 100 km/h. Además, la suspensión, la dirección y los frenos fueron reforzados para resistir el peso de las baterías alojadas en la parte trasera del vehículo. La toma de carga era un simple enchufe de 220 V, y estaba ubicado en la parrilla delantera.

Actualmente un Toledo Eléctrico Olímpico se encuentra en la antigua fábrica SEAT de la Zona Franca (Barcelona) y pertenece a la Colección de Coches Históricos SEAT.

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Fuente | Seat Fan Club (I y II)

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