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Ahora no Permitir

Una empresa de combustibles sintéticos alemana quiere demandar a la UE para evitar la muerte del motor de combustión interna

La empresa alemana Lühmann Gruppe, especializada en el desarrollo de combustibles sintéticos, planea llevar a los tribunales a la Unión Europea por sus planes para prohibir la venta de automóviles nuevos con motor de combustión interna a partir de 2035, un movimiento que Lorenz Kiene, director de la compañía, considera que está «impulsado por la ideología, no por los hechos».

Debido a las presiones de Alemania, Bruselas está preparando una exención para aquellos vehículos que funcionen exclusivamente con e-fuels; sin embargo, el borrador de esta propuesta es muy estricto y sólo contempla el uso de combustibles cuyas emisiones de dióxido de carbono sean 100% neutras, algo prácticamente inalcanzable.

Kiene sostiene que deben tenerse en cuenta las emisiones durante todo el ciclo de vida de los vehículos y no sólo las de escape, que dejan muy mal parados a los modelos térmicos. Ralf Diemer, director general del grupo industrial eFuel Alliance, considera que «una reducción del 100% de las emisiones es casi imposible».

Lo cierto es que, a pesar de la resistencia de la facción liberal del gobierno germano, Alemania se está quedando prácticamente sola en su defensa de los e-fuels, que cuestiones medioambientales aparte, resultan muchísimo menos eficientes que la electrificación directa, lo que a su vez conlleva un coste muy superior.

Planta piloto dedicada a la producción de e-fuels para Porsche en Chile

Alemania, cada vez más sola en su defensa de los e-fuels

Ninguno de los cinco principales fabricantes europeos (BMW, Mercedes-Benz, Renault, Stellantis, Volkswagen) se plantea desarrollar vehículos nuevos capaces de funcionar exclusivamente con este tipo de carburantes, por lo que esta tecnología probablemente quede relegada a marcas de nicho como Ferrari o Porsche.

El Ministro de Transporte alemán, Volker Wissing, esperaba poder anunciar durante el IAA Mobility de Múnich un gran acuerdo con otros países para establecer una hoja de ruta para los e-fuels, algo que finalmente no hizo debido a que sólo recibió el respaldo de Japón, Marruecos y República Checa.

Wissing, que aboga por defender la neutralidad tecnológica para no depender de la electrificación, quería convencer a más países para que construyeran fábricas de combustibles sintéticos. El fallido acuerdo también buscaba «mejorar las oportunidades de política industrial para los países del Sur, porque la producción en masa se beneficiará de condiciones particularmente favorables en regiones donde los costes de producción de electricidad eólica y solar son bajos», una propuesta que no ha logrado seducir a regiones sureñas como España, que se está convirtiendo en uno de los principales polos de fabricación de coches eléctricos de Europa.

Fuente | Welt.de

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