Un barco autónomo a vela quiere revolucionar el transporte de carga en el Atlántico
Una empresa estadounidense prepara un buque de carga autónomo que utilizará el viento como principal forma de propulsión. Estará listo a finales de 2026 y operará en rutas transatlánticas. El proyecto busca reducir de forma significativa el impacto ambiental del transporte marítimo.
Una empresa estadounidense especializada en robótica marítima acaba de cerrar un acuerdo de construcción con un astillero neerlandés para dar forma a un buque de carga autónomo de 24 metros de eslora, diseñado para cruzar el Atlántico impulsado principalmente por el viento. El objetivo es claro: reducir de forma drástica las emisiones asociadas al transporte marítimo de larga distancia, uno de los grandes retos pendientes del sector.
El barco, desarrollado por Clippership junto al astillero KM Yachtbuilders, estará listo para su botadura a finales de 2026 y, una vez en el agua, iniciará una fase piloto en rutas transatlánticas. Navegará bajo bandera de Malta y prescindirá de tripulación a bordo, apostando por sistemas de control y navegación totalmente automatizados.
Viento como motor principal
La clave de este proyecto está en su sistema de propulsión. El buque contará con dos alas rígidas plegables, pensadas para aprovechar la energía del viento como fuente principal de empuje. Estas alas pueden abatirse, lo que facilita las maniobras en puerto y permite adaptarse mejor a diferentes condiciones del mar.
Según Clippership, tanto el software de autonomía como el diseño de estas alas se han desarrollado internamente, lo que permite una integración total entre navegación, propulsión y toma de decisiones. El objetivo es maximizar la seguridad y la eficiencia en travesías oceánicas, reduciendo al mínimo la necesidad de supervisión humana constante.
El diseño naval ha sido liderado por Dykstra Naval Architects, un nombre muy reconocido en el mundo de la vela avanzada. De su mesa de dibujo han salido embarcaciones tan conocidas como el Maltese Falcon, el Black Pearl o el Sea Eagle, todas ellas referentes en innovación y rendimiento.
En el apartado estructural, el proyecto cuenta con la ingeniería de Glosten, una firma con sede en Seattle con amplia experiencia en buques comerciales y diseños experimentales. La construcción, por su parte, se realizará íntegramente en los Países Bajos, en las instalaciones de KM Yachtbuilders, un astillero conocido por sus embarcaciones de aluminio robustas y pensadas para condiciones extremas.
El barco tendrá una capacidad de carga de hasta 75 europalés, alojados en una bodega climatizada. Esto lo hace especialmente adecuado para mercancías de alto valor que requieren un transporte fiable y con bajas emisiones, un nicho cada vez más demandado por empresas que buscan reducir su huella ambiental.
Desde el punto de vista normativo, el buque se construirá bajo las reglas de RINA (Registro Italiano Navale) y será clasificado como WAPS General Cargo Ship, una categoría que garantiza el cumplimiento de los estándares internacionales de seguridad marítima. RINA trabaja en nombre de 122 autoridades de bandera y tiene presencia en unos 70 países, siendo uno de los actores clave en la definición de nuevas normativas del sector.
Tras su lanzamiento a finales de 2026, el plan es iniciar operaciones comerciales poco después, comenzando por rutas piloto entre Europa, el Caribe y Sudamérica. Para Clippership, este proyecto supone un paso decisivo hacia un modelo de transporte marítimo más limpio y sostenible, demostrando que el viento, combinado con la automatización, todavía tiene mucho que decir en pleno siglo XXI.
El astillero KM Yachtbuilders no es un recién llegado a este tipo de desafíos. En su historial figuran embarcaciones de expedición tan conocidas como Bestevaer, Pelagic o Qilak. Según la propia empresa, su especialidad es la construcción de yates y barcos de exploración de aluminio, diseñados para navegar con seguridad en cualquier océano y en cualquier clima.
Fuente | Kmyachtbuilders
