
¿Por qué muchos talleres no quieren reparar tu coche eléctrico?
A pesar de su mayor fiabilidad, a veces los coches eléctricos fallan, y tienen que pasar por el taller. Pero muchos de estos establecimientos se niegan a reparar coches eléctricos por falta de formación y riesgo eléctrico. Esto puede implicar costes altísimos para el propietario y otras consecuencias poco conocidas.

A diferencia de un coche con motor térmico, un coche eléctrico trabaja con tensiones muy elevadas que pueden superar los 800 voltios . Esto convierte cualquier intervención técnica en una operación delicada que supone un riesgo real de electrocución, tanto para el mecánico como para el propietario si la reparación no se realiza correctamente.
Por eso, el Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión (REBT) establece que para reparar un coche eléctrico es obligatorio tener una cualificación específica. No se trata de una simple formación genérica: el técnico debe estar habilitado oficialmente para trabajar con sistemas de alta tensión, y el taller debe contar con equipamiento adecuado. Esto deja fuera de juego a buena parte de los talleres independientes o tradicionales, que no siempre tienen la capacidad (o el interés) de asumir ese tipo de inversiones.
- Deben estar formados como personal autorizado para trabajar con sistemas de alta tensión (habitualmente más de 60V en corriente continua).
- Esta formación se recoge en el Real Decreto 614/2001, que regula las disposiciones mínimas para la protección de la salud y seguridad de los trabajadores frente al riesgo eléctrico
Esto quiere decir que muchos talleres no pueden atender a los coches eléctricos, y otros optan directamente por rechazar estos trabajos, y otros, peor aún, los aceptan sin estar realmente preparados, asumiendo riesgos que podrían derivar en daños mayores… o incluso en la pérdida de la garantía del vehículo.
Costes ocultos, sustituciones innecesarias y la factura final

El resultado para el usuario puede ser doblemente negativo. Por un lado, perder tiempo buscando un taller que acepte su coche eléctrico cuando ya está averiado. Por otro, recibir un diagnóstico que no prioriza la reparación, sino directamente la sustitución de componentes. Y en coches eléctricos, eso puede disparar los costes.
Un ejemplo muy claro es el de las baterías. Sustituir una batería completa puede costar más de 10.000 euros, dependiendo del modelo. Pero un taller especializado, en lugar de cambiar todo el pack, puede localizar qué celdas están fallando y reemplazar solo esas. Esto supone un ahorro enorme y alarga la vida útil del vehículo sin pasar por caja con una factura desorbitada.
Además, si la reparación se hace en un taller no certificado, el fabricante puede negarse a cubrir los daños bajo garantía, lo que añade otro riesgo más a la ecuación. Muchos usuarios desconocen este detalle y solo lo descubren cuando ya es demasiado tarde.
La conclusión es que, antes de que llegue la avería, lo recomendable es localizar un taller certificado en tu zona y tenerlo identificado como referencia. No solo por una cuestión de seguridad, sino también por economía. Porque cuando un coche eléctrico falla, no todos están preparados para darle solución, y la diferencia entre un taller cualquiera y uno especializado puede medirse en miles de euros… o en la pérdida total del vehículo.