Opinión. Los grandes fabricantes están condenados a colaborar en el sector del coche eléctrico
Hasta ahora han sido grandes rivales. Grupos como Volkswagen, Daimler o BMW, han peleado por hacerse cada uno con su pedazo del mercado de forma individual. Pero esto podría estar camino de cambiar por culpa del coche eléctrico.
La amenaza de nuevos protagonistas, como Tesla o Google, está provocando que los grandes fabricantes formen alianzas para afrontar de forma conjunta aspectos como la crucial fabricación de baterías. Una producción que será la clave para la reducción de los costes, y que obliga a sumar fuerzas entre marcas antagónicas.
Un primer ejemplo del cambio que se avecina lo hemos podido ver en 2015, cuando BMW, Daimler y Volkswagen, se aliaron para la compra del servicio de mapas Here a Nokia. Una adquisición valorada en 2.800 millones de euros, que respondía al avance imparable de los mapas de Google.
Otro ejemplo lo hemos visto hace unos días con el acuerdo firmado entre Ford, BMW, Daimler y el grupo Volkswagen. Una firma que les compromete a colaborar en la expansión de una red de recarga por toda Europa, y que comenzará su despliegue en 2017 en 400 emplazamientos diferentes.
Pero estos no son más que pequeños acuerdos si los comparamos con los que están por llegar. La fabricación de baterías será un caballo de batalla para los fabricantes tradicionales. Estos tendrán que buscar acuerdos con otros constructores para compartir los elevadísimos costes de I+D y sobre todo de la puesta en marcha de nuevas instalaciones.
No hay que olvidar el ejemplo de Tesla. Su Gigafábrica tendrá un coste cuando esté terminada de unos 5.000 millones de dólares, y su capacidad será suficiente para atender la demanda de unos 500.000 coches al año. Sólo el grupo Volkswagen tiene entre sus planes vender entre 2 y 3 millones de coches al año para 2025. Una cifra que nos permite hacernos una idea del titánico trabajo que les queda a los grandes fabricantes por delante.
Esto a su vez puede tener un lado oscuro. Una excesiva colaboración entre grandes rivales podría suponer la creación de un cartel que controlase una buena parte de la producción de baterías. Algo que no suele tener buenos resultados para unos consumidores con menos opciones donde elegir, y un mercado con menor competencia.
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