La puesta en marcha de una red de recarga rápida al estilo de las gasolineras es el objetivo de la holandesa Fastned. Una tarea muy complicada incluso en mercados como el de centro Europa, donde las ventas de coches eléctricos aunque se aceleran, suponen todavía una pequeña parte de las matriculaciones totales.
Un despliegue que supone un enorme esfuerzo económico que ha teñido de rojo los balances de la compañía en los últimos años. Pero nadie duda del futuro que tienen estas infraestructuras, y es por eso que a pesar de las pérdidas, Fastned ha logrado seguir captando capital para continuar una red que ya alcanza las 58 estaciones.
Pero la luz parece que asoma al final del túnel. Este mes el operador ha confirmado que las dos primeras estaciones han cerrado el ejercicio logrando tantos ingresos como para cubrir sus gastos. Una dinámica que esperan se acelere en los próximos meses.
Fastned no cuenta con personal en las electrolineras. En su lugar dispone de un centro de control desde donde controlar todas las estaciones. Esto quiere decir que según se aumenta la red y los ingresos, los gastos en este apartado se mantienen estables. Algo que permitirá ir cambiando pérdidas por beneficios según aumente la red, y el uso de la misma.
Unos bajos costes operativos que permitirán aprovechar el fuerte incremento de los clientes que esperan en los próximos meses gracias a la ampliación de la oferta de modelos de amplia autonomía. Un escenario que desde Fastnet se indica permitirá lograr unos ingresos sustanciales de cada estación.
Una decidida apuesta que además tiene el objetivo de extender sus operaciones fuera del mercado holandés, y crear en los próximos años una red europea de recarga rápida. Una red que además indican está preparada para las nuevas generaciones de baterías que llegarán con demandas por encima de los 150 kW.
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Fuente | Fastned
