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Este Volvo 142 de 1972 ha sido transformado en un coche eléctrico mediante una conversión de bajo coste

Volvo es una de las marcas que con más decisión están apostando por la electrificación de su gama. El mejor ejemplo lo encontramos en el recién presentado S60, que prescindirá por completo de las motorizaciones diésel, siendo sustituidas por mild-hybrids e híbridos enchufables. Su primer modelo 100% eléctrico llegará en 2019, y será una versión del SUV compacto XC40.

Hoy os traemos la historia de un Volvo eléctrico, pero mucho más antiguo que los anteriormente descritos. El Volvo 142, variante de 2 puertas de la serie 140, comenzó a venderse en el año 1966 y supuso la primera aproximación de Volvo a la estética que la caracterizó durante décadas: frente a la redondez del Volvo Amazon, la serie 140 exhibía unas líneas cuadradas y rectilíneas.

Hasta ahora, las conversiones de Volvos clásicos a coches eléctricos habían estado basadas en modelos como el Amazon o el famoso coupe P1800, pero para Kjell Ekelund tenía todo el sentido del mundo electrificar su 142: este coche había pertenecido a su familia desde que su padre lo compró nuevo en el año 1972.

Tras estar parado durante unos 15 años, decidió devolverlo a la vida mediante la electricidad. Ekelund podría haber restaurado el coche conservando su motor original, sin embargo, decidió dar el paso de apostar por una motorización más limpia pensando en el futuro de sus nietos.

Este remozado 142 utiliza un motor de 10 cv (7,5 kW de potencia) acoplado a la caja de cambios manual de 4 velocidades original del coche, la cual ayuda al modelo a acelerar a pesar de adolecer de una clara falta de potencia. Tampoco equipa módulos de batería de iones de litio provenientes de modelos como el Tesla Model S, solución que ya hemos visto en otros clásicos reconvertidos a eléctricos. En este caso, el vehículo equipa un conjunto de baterías de plomo, más baratas que las de iones de litio. Con un peso de 250 kg, apenas permiten 45 minutos de conducción (no hay una estimación en kilómetros), si bien fueron muy sencillas de conseguir.

Todo el proceso de conversión llevó aproximadamente 300 horas de trabajo. Incluyendo la restauración de la carrocería y el trabajo de pintura en color rojo, el proyecto costó 60.000 coronas suecas (5.800 euros). Si analizamos el coste de los distintos componentes por separado, podemos ver que las baterías costaron 25.000 coronas (2.420 euros), mientras que el motor y el convertidor se quedaron en 20.000 coronas (1.935 euros). Actualmente, este coche disfruta de una apacible segunda vida transportando a su dueño en su ciudad natal y haciendo apariciones ocasionales en exposiciones de automóviles.

Fuente | Volvo Adventures

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