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China decide apostar por el coche de hidrógeno frente al eléctrico a baterías

A día de hoy, China es el mayor mercado de coches eléctricos del mundo. Esta situación se debe a la clara apuesta que ha hecho el gobierno del país asiático por esta tecnología, que ha promocionado mediante inversiones en su desarrollo no sólo con el objetivo de disminuir la contaminación de las grandes urbes del país, sino también para hacer su industria automovilística competitiva en el mercado mundial.

Además, el continente asiático es el que lleva la delantera en el desarrollo técnico de las baterías, con fabricantes punteros de origen japonés (Panasonic), coreano (LG Chem, Samsung SDI, SK Innovation) o Chinos (CATL, BYD). Por eso, llama la atención la férrea defensa que mantienen en torno al coche de hidrógeno, una tecnología defendida por Japón y Corea del Sur durante años que ahora tiene un nuevo apoyo: China.

Aparentemente, después de una visita oficial del gobierno chino a Japón, donde las autoridades pudieron conocer más de cerca el funcionamiento del Toyota Mirai, se ha decidido apostar firmemente por la pila de combustible de hidrógeno: los gobernantes chinos han quedado sorprendidos por los rápidos repostajes logrados por este tipo de vehículos, así como por sus buenas autonomías anunciadas.

Así, el gobierno ha comenzado a subvencionar estudios de investigación que ayuden a desarrollar vehículos con pila de combustible de hidrógeno, a los que consideran una mejor opción de futuro que los coches eléctricos a baterías debido entre otras cosas a la ¿lenta? expansión de los puntos de carga. Algo que llama la atención si tenemos en cuenta la casi inexistente (y costosa de desarrollar) red de hidrogeneras del país.

China está planeando construir cuatro «corredores de hidrógeno» en el delta del río Yangtze, los cuales unirán las ciudades de Shanghai, Suzhou, Nantong, Rugao, Ningbo, Jiaxing, Huzhou y Zhangjiagang. Se espera que se construyan un total de 40 estaciones de carga de hidrógeno entre 2019 y 2021, siguiendo el ejemplo de Japón y Corea del Sur, que ya están desarrollando sus propias redes de recarga.

Por otro lado, China quiere estimular las ventas de coches de hidrógeno obligando a los fabricantes a ofrecer vehículos dotados de esta tecnología. Su objetivo es el de vender 5.000 coches de hidrógeno en 2020, 50.000 para 2025 y 1 millón para 2030 (en el año 2017 apenas se vendieron 1.200). Unos objetivos ambiciosos si tenemos en cuenta que para 2025 la red de carga de coches eléctricos a baterías será mucho más extensa y la tecnología del electrolito sólido permitirá baterías más duraderas y capaces.

Lo cierto es que el hidrógeno tiene tantos detractores como defensores. Algunos afirman que apostar por esta tecnología es hacerlo por un modelo superado: la producción de hidrógeno requiere bien de procesos contaminantes (reformado de metano), bien del uso de electricidad (electrolisis), la cual podría usarse directamente para cargar baterías con menos pérdidas energéticas.

A esto habría que sumar que desarrollar puntos de carga para coches eléctricos a baterías es mucho más barato y sencillo que hacerlo con hidrogeneras, por no hablar de aspectos como el transporte y el almacenamiento del hidrógeno. Tampoco podemos olvidar el uso de metales caros y escasos como el platino, y la poca evolución que ha tenido esta tecnología en los últimos tiempos. ¿Veremos un cambio de paradigma en la industria y el coche de hidrógeno se terminará imponiendo, o la apuesta de Asia podrá ser aprovechada por Europa para tomar la delantera en el desarrollo de baterías, las cuales podrían terminar imponiéndose a mediados de la década que viene gracias al electrolito sólido?

Fuente | Motor.es

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