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Portugal en la encrucijada de explotar la industria del litio, y las protestas de los ciudadanos contra las minas

Portugal se ha convertido en el principal productor de litio de Europa. Una industria todavía en una fase inicial de su expansión que está comenzando a asomase a una mayor producción, pero que coincide con el inicio de las protestas de los vecinos de las regiones donde se espera se levanten nuevas minas que indican estas supondrán una amenaza para el ecosistema.

Por un lado están las empresas mineras y los intereses que crecen sobre un litio que se está convirtiendo en uno de los minerales más preciados en una industria que ha visto como la movilidad eléctrica ha disparado la necesidad de este material. En el caso de Portugal es un jugar pequeño a nivel mundial, con unas reservas conocidas de 60.000 toneladas y una producción anual de 1.200 toneladas.

Cifras que palidecen ante los grandes del sector, como las 42.000 toneladas anuales que produce Australia, y las 18.000 de Chile. Pero en el caso del litio portugués, se trata de un producto con un fuerte componente estratégico ya que sirve para poder reducir su dependencia del litio importado, y con ello también controlar los precios.

En la actualidad Europa es también un jugador pequeño en la producción de baterías con apenas el 3% de la capacidad mundial. Pero esto cambiará en los próximos años con la apertura de diversas fábricas a lo largo de todo el continente, que disparará la capacidad en pocos meses. Algo de lo que son conscientes las empresas mineras que sólo contando con la australiana Fortescue, se cuentan 100 permisos de explotación de nuevas minas en Portugal.

Una industria que promete una inversión que sólo teniendo en cuenta a cinco de las empresas explotadoras, supondrá una inyección de 3.300 millones de euros en la puesta en marcha de las nuevas explotaciones, y donde se incluirá las primeras instalaciones para refinar el mineral. Algo que sin duda supone todo un aliciente para cualquier gobierno que ve como se incrementa la inversión que además tiene como objetivo zonas del interior más deprimidas en el aspecto económico.

Pero el gobierno ahora debe enfrentarse al rechazo de muchas de las comunidades que temen que con la llegada de la maquinaria, sus entornos naturales queden dañados de forma permanente. Unas protestas que están aumentando su intensidad y que ponen al gobierno central en la disyuntiva del dinero o el medio ambiente.

Para tratar de contentar a todos, el ministro de Economía, Pedro Siza Vieira, ha indicado que vigilarán de forma estrecha las explotaciones mineras para asegurarse de que la extracción mantengan los más altos estándares ambientales. Además ha subrayado que el litio es un elemento critico para lograr una reducción de emisiones, y que será mejor sacarle partido de forma interna antes de tener que importarlo desde otros países.

Ahora se abre un proceso en el que los propietarios de los terrenos y el gobierno tendrán que negociar para llegar a un acuerdo sobre unos terrenos que podrán ser expropiados para ser usados para la explotación del litio. Algo con lo que muchas comunidades como la de Boticas, muy cerca de la frontera con el sur de Galicia, se han mostrado en contra y que incluso ya les ha llevado a salir a la calle para protestar por estas expropiaciones.

Un duro debate sobre una industria que permitirá a Portugal convertirse en el suministrador de litio de Europa, con el impacto económico que esto pueda traer, pero a costa de destruir de forma irreversible algunos de sus recursos naturales. Una lucha que de momento ha tenido resultados como la revocación de explotación en la zona del Alto Minho donde las protestas de los vecinos y los grupos ambientalistas han logrado paralizar dos importantes proyectos.

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