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Dieselgate 2.0. Explota en Estados Unidos un nuevo escándalo de emisiones

Estados Unidos se despierta con la noticia de un nuevo escándalo, potencialmente, más grave que el dieselgate acontecido durante 2015. Una filtración revela los datos de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) y da la voz de alarma.

La EPA norteamericana tras destapar en el pasado las manipulaciones tanto de Volkswagen como de otros fabricantes, apunta sus investigaciones sobre medio millón de vehículos dotados de un Defeat Device.

Este dispositivo consisten en un sistema que anula el sistema de tratamiento de los gases nocivos para el medioambiente, con el fin de mejorar las prestaciones.

Las nuevas normativas, los filtros antipartículas y otras medidas para reducir el efecto negativo sobre la salud de las personas y el daño al entorno, pasan factura a la hora de obtener potencias y prestaciones de los motores.

En esta ocasión los grandes fabricantes no estarían involucrados directamente en la ‘trampa’ puesto que serían los propietarios los que, tras acudir a talleres especializados, instalan el dispositivo en sus automóviles.

Los vehículos afectados forman parte del icono del mercado estadounidense: Camionetas pick-up y Trucks como los denominan en norteamericana.

La agencia advierte del riesgo de esta modificación puesto que el resultado del uso del dispositivo hace imposible calcular el impacto ambiental. Por este motivo la EPA califica este fenómeno como un escándalo de proporciones mayores que las del dieselgate.

570 mil toneladas de NO2

Los primeros análisis se han centrado sobre los vehículos más grandes pertenecientes al segmento pick-up. La fase inicial se centra en modelos como el Ram 2500, la gama Super Duty de Ford o Chevrolet Silverado.

Las emisiones de medio millón de estos enormes vehículos, ya de por si más contaminantes que segmentos inferiores, equivaldría a la de 9 millones de pick-up legales.

Pese a la dificultad del cálculo del impacto de este nuevo escándalo el ente norteamericano estima que la modificación incrementaría en 570 mil toneladas de NO2 (Dióxido de Nitrógeno).

Esta cifra es diez veces superior a la que provocó la modificación que Volkswagen realizó en los coches que se vendieron en Estados Unidos.

Evan Belser, no la EPA, ha dado el ‘soplo’

El escándalo no ha sido oficializado por un comunicado de la agencia estadounidense sino por Evan Belser, videdirector del Air Enforcement Division, que lo ha hecho llegar a tres organizaciones de Estados Unidos encargadas del control de las emisiones.

Por el momento la EPA ha individuado a 28 empresas involucradas en esta actividad, responsables de 45 dispositivos diseñados para pick-up con motor diésel.

Las primeras sanciones también se están ejecutando. La sociedad Punch It Performance Tuning ha pactado el pago de 850 mil dólares para archivar la causa. Está por ver si una multa es capaz de compensar el daño medioambiental que 570 mil toneladas de NO2 han generado hasta al fecha.

La cultura del Coal Rolling

El mundo del pick-up en Estados Unidos es muy particular y, en ocasiones, poco amigable con el medioambiente. Muchos propietarios de estos vehículos realizan modificaciones especiales encaminadas a emitir una gran cantidad de humo cada vez que se pisa el acelerador.

El Coal Rolling es una práctica donde se manipula el motor con el fin de emitir humaredas enormes lo más oscuras posibles. Esta práctica muy extendida en los últimos tiempos se ha convertido como una forma de antiambientalismo por parte de los propietarios de estas enormes camionetas.

Desde la popularización de Tesla, los coches eléctricos de la marca californiana han sido objeto de estos ‘ataques’, Los conductores de los pick-up modificados adelantan y ‘fumigan’ con gases negros de sus escapes a los Tesla y otros coches eléctricos en circulación.

Las modificaciones de estas camionetas llegan a incluir la eliminación intencional del filtro de partículas. Con frecuencia los propietarios modifican adicionalmente sus vehículos mediante la instalación de interruptores de humo y chimeneas. Ciclistas y otros usuarios de coches eléctricos son objeto de estos ‘ataques’ a lo largo de todo el territorio de los Estados Unidos.

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