La Unión Europea está apostando con decisión por la movilidad eléctrica. Las autoridades del viejo continente se están tomando muy en serio los objetivos de descarbonización establecidos en los Acuerdos de París; por ello, en los últimos años se han aprobado nuevas normativas anticontaminación que irán incrementando su dureza a lo largo de la década, haciendo que para el año 2030 la mayoría de fabricantes se vean obligados a apostar casi en exclusiva por el coche eléctrico.
Compañías como Volvo han confirmado que para el año 2030 solo venderán vehículos 100% eléctricos; otras como Ford llevarán a cabo esta transformación exclusivamente en el mercado europeo. En cualquier caso, incluso marcas escépticas con la movilidad eléctrica como Toyota tendrán que «pasar por el aro» para poder seguir vendiendo en el que todavía es considerado como uno de los tres mercados más importantes del mundo junto con China y Estados Unidos.
Sin embargo, el interés de la Unión Europea por la electrificación no solo es ambiental, sino también estratégico. Los dirigentes europeos son conscientes de que esta será la tecnología dominante a medio plazo, por lo que para mantener la hegemonía de su poderosa industria automotriz y desbancar a China, que actualmente sigue liderando este incipiente sector, será necesario que instituciones y fabricantes colaboren e inviertan para crear los mecanismos necesarios para impulsar su transformación.
Teniendo esto último en cuenta, parece poco probable que la Unión Europea vaya a modificar su ambiciosa estrategia de electrificación a pesar de la carta abierta que le ha dirigido un grupo de 171 científicos de todo el mundo afirmando que se están sobreestimado los beneficios ambientales de los coches eléctricos. De acuerdo con lo expuesto en dicho documento, los cálculos de la Unión Europea no serían correctos por la sencilla razón de que no tienen en cuenta la producción de electricidad.
Basándose en que el carbón y los combustibles fósiles todavía constituyen una parte importante del mix energético europeo, este grupo de científicos afirma que las emisiones contaminantes de Europa para el año 2030 doblarán las estimaciones realizadas por Bruselas. Así, se llega a afirmar que actualmente un coche eléctrico no resulta mucho más beneficioso para el medio ambiente que un modelo con motor diésel.
A pesar de todo, los cálculos expuestos en esta carta deben tomarse con cautela, pues el estudio ha sido dirigido por Thomas Kloch, jefe de investigación de motores de combustión en el Instituto de Máquinas de Pistón y Combustión en Karlsruhe. Esto ha hecho que algunos se hayan mostrado escépticos ante las afirmaciones expuestas por el grupo, pues podría existir un claro conflicto de intereses a favor de los motores de combustión interna.
Más allá de la existencia de numerosos estudios que contradicen este informe y que señalan que incluso con el mix actual un coche eléctrico resulta más sostenible que uno térmico, no podemos perder de vista que los estados miembros de la Unión Europea están apostando por las energías renovables para descarbonizar la cadena de producción energética, por lo que de cara al año 2030 las emisiones asociadas a la generación de electricidad deberían ser muy inferiores a las actuales.
Fuente| Caradisiac
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