Si tienes un coche eléctrico en Texas y no pagas gasolina, el Estado te cobrará hasta 450 dólares anuales
5 min. lectura
Publicado: 23/02/2022 16:24
Resulta evidente que los usuarios de coches eléctricos puros no contribuyen a la financiación de las carreteras cada vez que repostan combustible, lo hacen con impuestos a la electricidad, pero en cuantías inferiores. Este déficit de recaudación comienza a ser un problema con una población numerosa de vehículos enchufables.
En el Estado de Texas ya hay una población apreciable, más de 300.000 coches eléctricos, lo cual va perjudicando al equilibrio entre gasto y recaudación para el fondo de conservación de carreteras estatal. Dado el tamaño del Estado de Texas, se comprende que tenga que financiar la conservación más de 128.000 kilómetros de carreteras. Los propietarios de coches eléctricos e híbridos enchufables van a tener que pagar aparte.
La legislación relacionada es la Ley 1728 del Estado de Texas, que actualmente sigue en fase de aprobación. Tal y como está, habrá que pagar al año entre 200 y 250 dólares por tener un coche eléctrico, y superadas las 9.000 millas al año, casi 14.500 kilómetros, habrá que pagar otros 190 dólares, y 10 dólares extra para financiar un consejo asesor.
Al cambio son casi 400 euros en el peor caso, muchísimo más de lo que paga un suizo por su viñeta anual por circular -el país es mucho más pequeño, pero con un alto coste de vida-. ¿Qué tiene de especial la tasa a coches eléctricos de Texas? No es la primera de la unión, desde luego, pero sí será con diferencia la más cara del país. El objetivo de recaudación de 2022 es de casi 40 millones de dólares.
Consumer Reports explicó en un estudio de 2019 que en 26 estados con una tasa similar, en 11 casos los propietarios de coches eléctricos han pagado más impuestos que cuando pagaban gasolina, y en tres de ellos pagaron más del doble. Es más, Plug In America calculó que un vehículo ligero en Estados Unidos -turismos, comerciales y pick-up– aportó de media unos 73 dólares al año en impuestos a los hidrocarburos (20 centavos por galón de gasolina o 27 centavos por galón de gasóleo de media) y recorriendo más de 18.400 km.
Se da la paradoja de que en Texas está la gigafábrica de Austin, que Tesla inaugurará próximamente, y que será el hogar de Model Y, Cybertruck y el tractocamión Semi. También está la propia sede de Tesla. Por otro lado, es un Estado con fuerte presencia del sector petroquímico y con una mentalidad -digámoslo suavemente- un poco obtusa respecto a cuestiones medioambientales. Incluso tiene su propia red eléctrica, la cual falló estrepitosamente el año pasado en plena ola de frío.
Puestas las cifras sobre la mesa, aunque es justo que los que conducen vehículos eléctricos también contribuyan al esfuerzo recaudatorio por vías que están usando, no lo es que paguen varias veces más impuestos que los conductores de vehículos térmicos. El creciente déficit hay que buscarlo en otros lugares, como que lo recaudado no tiene en cuenta la inflación, que la red de carreteras estatal ha engordado, y que el consumo medio de los coches está disminuyendo, en consecuencia hay menos recaudación y más costes de mantenimiento.
¿Cuál podría ser entonces la solución? Reemplazar la tarifa ondulada por un sistema que tenga en cuenta las millas recorridas y el peso del vehículo, tipo «el que usa, paga», pero independientemente de qué use cada uno. Pero si se hace eso habrá que reducir los impuestos al combustible para evitar una doble imposición, ya que suprimir esos impuestos castiga más a los que tienen vehículos eficientes y levanta la mano a los que llevan devoradores de gasolina.
En cualquier caso, llegamos a la siguiente obviedad: durante unos años, tener un coche eléctrico es un chollo por lo que se ahorra el impuestos, en combustible y en mantenimiento, hasta se puede recargar gratis -la gasolina no la han regalado mucho-. Pasada esa época dulce, una cosa compensará la otra, mantener las carreteras sería inviable con un desplome de recaudación y habría que tomar medidas dolorosas para compensarlo.