A pesar del enorme revuelo levantado hace unas semanas por el ultimátum lanzado por Alemania a la Unión Europea para que incluyera una exención a los combustibles sintéticos en su norma para prohibir la venta de automóviles nuevos con motor de combustión interna a partir de 2035, poco a poco las aguas van volviendo a su cauce.
La inmensa mayoría de fabricantes europeos (Volkswagen, Stellantis, Renault, Mercedes-Benz) ya han dejado claro que están destinando el grueso de sus inversiones a la electrificación de sus respectivas gamas, lo que en la práctica relegará los e-fuels a los vehículos de alta gama (Ferrari y Porsche han sido las principales defensoras de esta solución) y a los coches térmicos que ya se encuentren en circulación.
El principal problema de estos carburantes, que se obtienen a partir de hidrógeno verde y dióxido de carbono recapturado, es su bajísima eficiencia energética: de acuerdo con Transport & Environment, los eléctricos a baterías aprovechan el 77% de la energía renovable desde su generación, frente al 16% de los modelos térmicos alimentados por gasolina sintética.
Esto se traduce lógicamente en un coste más elevado, algo agravado por el hecho de que actualmente apenas se ha escalado su producción. Aunque gigantes como Repsol ya han anunciado su firme apuesta por los e-fuels, no parece que a corto, medio o incluso largo plazo vaya a tratarse de una propuesta competitiva en términos económicos.
Repsol se ha asociado con Aramco para el desarrollo de los e-fuels
Alfonso de las Heras, asesor de Hidrógeno y Sintéticos en Repsol Technology Lab, estima que «a partir de 2030-2050, los gastos [de los e-fuels]» estarán «en dos o tres euros el litro». El experto participó el pasado lunes en un evento organizado por la Fundación Repsol para hablar sobre el futuro de esta tecnología emergente.
A principios de mayo, Repsol anunció su asociación con Aramco para construir una planta de combustibles sintéticos en el Puerto de Bilbao. Este complejo, que comenzará a operar a finales de 2025, será uno de los más grandes de su tipo a nivel mundial. El proyecto supondrá una inversión total de 103 millones de euros; además, como complemento a la nueva fábrica, se instalará un electrolizador de 10 MW en el que también participarán Enagás y el Ente Vasco de Energía.
La capacidad inicial de las instalaciones será de más de 2.100 toneladas anuales, el equivalente a 18.000 barriles. Más adelante debería ampliarse, si bien todavía no se ha dado una cifra estimada de su output máximo. Se tratará de una de las primeras factorías en utilizar hidrógeno verde y dióxido de carbono como únicas materias primas.
Fuente | La Tribuna de Automoción
