China es un mercado crítico para Nissan, representando casi un tercio de sus ventas globales y el 34% de su beneficio neto. Pero su débil apuesta por el coche eléctrico está provocando una rápida e intensa caída en cuanto a ventas en un momento donde los chinos están girando hacia la movilidad eléctrica.
Las ventas de Nissan en el principal mercado automovilístico mundial han caído constantemente en los últimos meses. Ya en 2022 el fabricante japonés cerró el año con un 20% menos matriculaciones que el año anterior. Este año está siendo incluso peor.
Las matriculaciones del fabricante nipón cayeron un 28% en junio y otro 22,6% en julio, que se han derrumbado hasta las apenas 64.905 unidades de agosto, que representan un derrumbe del 34.8% interanual. Una caída mayor que la de otros fabricantes, incluyendo Toyota.
De esas ventas, apenas 106 unidades, un 0,16%, han correspondido al Nissan Ariya. El SUV eléctrico global de la marca, que no ha logrado hacerse un hueco en el mercado. Infiniti, la marca de lujo de Nissan, vio caer las ventas de su modelo eléctrico D60 EV un 60% respecto al año pasado.
Señales que nos indican que salvo giro de 180 grados de la situación, Nissan seguirá los pasos de Mitsubishi y terminará cesando sus actividades en China a corto plazo. Un paso que a estas alturas parece casi inevitable a la vista de la hemorragia de ventas que están viviendo, y la falta de alternativas para frenarlo.
Opinión
A estas alturas todo hace indicar que Nissan será devorada por sus competidores, tanto los grupos chinos, con BYD a la cabeza, como por Tesla.
Algo que posiblemente no tenga ya solución debido a la falta de conexión de los clientes con la marca Nissan y las nuevas tecnologías, que es más que probable que veamos replicado en breve en una Europa donde la caída de Nissan también es muy importante, y donde ha pasado de una cuota de mercado máxima del 3.93% en 2015, al 2.1% en 2022.
Puede que la única solución para Nissan sería el apostar por invertir en alguna startup china, como NIO o Xpeng o compañía, y de esa forma recuperar posicionamiento en China, y luego comenzar la reconquista del mercado occidental con tecnología del gigante asiático, pero tirando de nombre y red de distribución en Europa y Estados Unidos.
