No tenemos petróleo, y con el coche eléctrico nos hemos quedado a verlas venir
La transición hacia el coche eléctrico plantea una gran oportunidad para España, que siempre ha dependido de otros países para disponer de petróleo. No se está aprovechando en absoluto.
España ha tenido un problema importante históricamente, de dependencia energética de terceros. Nuestro país importa en torno al 99,6% del petróleo que consume, lo que implica una fuerte debilidad geopolítica, dependencia y un saldo económico negativo. En el año 2023 se consumieron aproximadamente 1,2 millones de barriles diarios en nuestro país, y nuestros principales proveedores son Nigeria, México, Arabia Saudí y algunos otros países de África y Oriente Medio.
Sin petróleo, y sin explotar el potencial en esta transición energética
Ahora estamos metidos de lleno en una evidente revolución energética con la transición hacia el vehículo eléctrico, pero que tiene algunas otras ramificaciones a considerar. Y es la energía propiamente dicha, la energía eléctrica concretamente. El petróleo irá cediendo su protagonismo a medida que lo toma la energía eléctrica, como progresivamente está ocurriendo. Y la histórica debilidad de España parece que, desgraciadamente, no se va a subsanar con una transición que no podría ser mejor terreno de juego para nuestro país.
En primer lugar por el litio y las materias primas que se necesitan para los coches eléctricos, o más concretamente para las baterías de las que dependen. Es interesante recordar que España es el 2º productor de vehículos en Europa, con tan solo Alemania por delante. Y a nivel mundial nuestro país es el 9º en producción de vehículos. El año pasado, en 2023, en España se produjeron aproximadamente 2,5 millones de vehículos. Es decir, que tenemos una fuerte industria de producción de coches.
España exporta en torno al 80% de los vehículos que fabrica, posicionándose como el 3º mayor exportador. Es uno de los 10 principales países exportadores de vehículos y, además, este sector representa aproximadamente el 15% de nuestras exportaciones totales. Insisto en que España tiene un papel protagonista en la industria del automóvil, y es algo que tendría que haberse tomado con mayor importancia para encarar esta transición energética y esta transición hacia el coche eléctrico, sobre todo con respecto a China.
Tenemos litio para las baterías, pero más ecologismo que otros países
España dispone de varios yacimientos de litio, y el proyecto más destacado es la mina de Valdeflórez en Cáceres. Aunque en España se podría extraer una gran cantidad de litio, como para abastecer a un sector de producción de baterías desde la materia prima, a nivel europeo –en general- y en España en particular el ecologismo prima y cada vez que se plantea la posibilidad de extraer litio se vuelve prácticamente imposible. Algo que no ocurre en otros países, donde lo extraen, digamos, sin miramientos.
A día de hoy China controla en torno al 60% del procesamiento global de litio, lo que por otro lado les ha llevado también a tener la industria líder a nivel global en lo relativo a la fabricación de baterías. Con decenas de empresas, pero dos especialmente destacadas: CATL y BYD. En España hay algunas plantas de baterías, sí, pero de ensamblaje de baterías. Aquí no producimos, como tal, el que es el componente crítico para la industria del vehículo eléctrico. También es el componente más caro, por cierto.
Ni baterías, ni coches eléctricos, ni la energía del futuro para reducir la dependencia de terceros
Así que tenemos una España que ha sido fuertemente dependiente –y se mantiene así- de países terceros productores y exportadores de petróleo, y que se enfrenta a la transición energética sin el mejor plan posible. Aquí no sacaremos litio de debajo de nuestros terrenos, o no en la cantidad que nos haría relevantes en el panorama global de la industria de procesamiento de esta materia prima, y de la producción de baterías para coches eléctricos.
Pero es que además, la situación económica es mala, tan mala como para suponer un fuerte freno a la adopción de coches eléctricos. Pero también existe un evidente freno cultural, porque los conductores piensan –en una cantidad relevante- que este tipo de vehículo no es el futuro. Así que ahí tenemos también a la industria del automóvil, históricamente protagonista, en decadencia. El español no se pasa al eléctrico con el ritmo que necesita la industria, o que exige la política, y nuestra industria está desmoronándose poco a poco. Si no hay suficiente demanda, tampoco hay transición para las fábricas.
Una amplia mayoría de los ‘pocos’ eléctricos que todavía compramos en España usan una batería china, y una parte significativa no se fabrican aquí. Una ecuación que, a largo plazo, va a ser problemática para la competitividad del sector, para el empleo, para la industria, y para España en general. Pero es que además tenemos también el problema de la energía, que es a fin de cuentas de donde parte todo este proceso de transición, efectivamente, energética.
Si bien es cierto que España es líder en Europa en capacidad renovable instalada, China domina la fabricación de paneles solares. El país asiático produce más del 80% de los paneles fotovoltaicos a nivel global. De nuevo, una fuerte dependencia de China cuando, por supuesto, estas instalaciones podrían estar produciéndose a nivel local o, al menos, a nivel europeo. Y recordemos que España goza de una enorme cantidad de horas de radiación solar a lo largo el año, por lo que sería fundamental que nuestro país se desarrollase aún más en la fotovoltaica.
Es urgente cambiar la situación de España en la transición al coche eléctrico, y en esta nueva revolución energética
España necesita reaccionar, y de forma urgente, aunque quizá ya sea demasiado tarde. Pero es un mal generalizado en Europa. Y así está pasando, que estamos viendo cómo las marcas tradicionales están instalando baterías chinas en sus coches eléctricos, marcas chinas están desplegando fábricas y redes de distribución en el Viejo Continente, y efectivamente están instalándose paneles solares que provienen también de este país asiático.
Que lleguemos tarde a la transición al coche eléctrico tiene muchas implicaciones que no se suelen contemplar, a nivel macroeconómico. Nunca hemos tenido petróleo y esto ha marcado una fuerte dependencia de terceros. Y ahora, que teníamos la oportunidad de hacer virar nuestra industria de producción de vehículos, no lo hemos hecho en la medida en que deberíamos. Pero tampoco hemos extraído litio por cuestiones ecológicas, ni nos hemos puesto a formar trabajadores que puedan desarrollar y fabricar paneles fotovoltaicos. Ni tan siquiera hemos desarrollado un plan suficientemente potente para el despliegue masivo de paneles solares. Y por horas de sol, y radiación, ya te digo que no será.