
¿Fin de una era? Tesla ya no quiere fabricar coches eléctricos
Tesla ha presentado su nuevo plan maestro y, por primera vez, no incluye ningún nuevo modelo en desarrollo o a años vista. Elon Musk apuesta todo a los robots y la inteligencia artificial, dejando en segundo plano el negocio que hizo grande a Tesla. Una decisión que puede cambiar la industria para siempre.

Elon Musk sigue siendo capaz de sacar al mercado algunos de los mejores coches eléctricos del momento. Este año lanzaron el nuevo Tesla Model Y Juniper, el primer rediseño del SUV desde su lanzamiento en 2020. A pesar de que la competencia ha mejorado y en algunos aspectos incluso lo supera, el Model Y continúa siendo una de las opciones más equilibradas por precio y prestaciones.
Pero todo esto parece no entusiasmar demasiado a Musk. Con la excepción del problemático Cybertruck, y la variante más larga del Model Y que está disponible solo en China, Tesla no ha lanzado un coche eléctrico completamente nuevo en los últimos cinco años.
El propio Musk ha señalado en varias ocasiones que su prioridad no es ya el automóvil, sino los robotaxis y los robots. Según él, la tecnología autónoma será la que convierta a Tesla en una empresa de diez billones de euros de valoración, un hito que “se recordará dentro de cien años”. Sin embargo, la realidad es que casi todos los ingresos actuales de Tesla provienen de vender coches.

Y ahora ha quedado más claro que nunca que Tesla no quiere seguir en el negocio de fabricar automóviles. Esta semana la compañía ha publicado su “Master Plan IV”, un documento que no menciona ningún nuevo coche eléctrico en desarrollo. En cambio, describe un futuro dominado por robots diseñados por Tesla que nos liberarían de las tareas diarias y nos llevarían a una utopía de “abundancia sostenible”. Cuando se habla de coches, es solo en referencia a los robotaxis o a las baterías que los alimentan. En resumen: el mayor fabricante de coches eléctricos de Estados Unidos ya no quiere fabricar coches.
El plan, compartido en la red social X, es un texto de apenas 1.000 palabras cargado de frases vagas como: “El sello de la meritocracia es crear oportunidades que permitan a cada persona usar sus habilidades para lograr lo que imaginen”. El propio Musk admitió que necesita “más detalles”.
Hasta ahora, Tesla solo ha presentado tres planes maestros en sus más de veinte años de historia, y todos marcaron el rumbo de la compañía. El primero, en 2006, describía exactamente la estrategia que luego siguió: empezar con un coche eléctrico caro y reinvertir los beneficios en modelos más accesibles. En 2016, el “Master Plan, Part Deux” avanzaba la llegada de un SUV eléctrico (el actual Model Y) y de una pickup (el Cybertruck).

El giro definitivo llegó en 2023, con un documento de 41 páginas sobre energía sostenible y flotas autónomas. Pero el texto de esta semana va mucho más allá en su enfoque en la inteligencia artificial. Una de las imágenes más ilustrativas muestra a una familia jugando al Jenga mientras, al fondo, un robot Optimus de Tesla riega las plantas. Y no es casual: la junta de Tesla ha propuesto un nuevo paquete de compensación para Musk que podría ascender a un billón de euros si logra desplegar millones de robots y robotaxis en la próxima década.
En este punto, Musk no está completamente equivocado. Buena parte de la industria cree que la electrificación y la conducción autónoma convergerán en algún momento. El problema es el calendario. Tesla prometió que en 2020 sus coches generarían “ingresos pasivos” para sus propietarios gracias a la autonomía total, pero esa promesa sigue muy lejos de cumplirse. Su servicio de robotaxi solo funciona en Austin y San Francisco, mientras que Waymo, de Google, ya opera en cinco ciudades y sigue expandiéndose rápidamente. Por su parte, el robot humanoide Optimus todavía es un prototipo con retrasos y cambios de liderazgo.
El riesgo de abandonar lo que mejor hace Tesla

La apuesta total por la inteligencia artificial tiene un coste: Tesla está descuidando su negocio principal, los coches eléctricos. El propio Musk llegó a decir que sería “absurdo” lanzar un coche de 25.000 euros si no era totalmente autónomo. Así, Tesla ha renunciado a modelos que podrían sostener sus ingresos mientras persigue la autonomía total y en un escenario donde cada vez hay más y mejor competencia.
Si el plan maestro fracasa, Tesla se quedará con poco margen de maniobra. Sus ventas ya están cayendo a nivel global, golpeadas tanto por la imagen pública de Musk como por el empuje decidido de los fabricantes chinos que están lanzando modelos eléctricos más competitivos. Y el plan no ofrece una salida clara a esta situación.
Musk sabe bien lo duro que es el negocio del automóvil. Requiere inversiones gigantescas y los márgenes de beneficio son muy ajustados. Competir con Volkswagen o Ford no ayuda a financiar la colonización de Marte. Pero que Tesla se aparte de los coches eléctricos sería una mala noticia para todos. Con sus defectos, es una empresa que empujó a gran parte de la industria a acelerar en la electrificación. Demostró que si haces coches eléctricos tecnológicos y atractivos, los clientes los compran.
Ahora, con un futuro incierto y bajo un clima político hostil en Estados Unidos, donde los incentivos a los coches eléctricos se están desmantelando, muchos fabricantes ya están reculando en sus planes. Si el líder del sector da un paso atrás, el resultado será que los estadounidenses seguirán dependiendo de coches de combustión contaminantes. Y eso, desde luego, está muy lejos de la prometida “abundancia sostenible”.