
¿Por qué los frenos de tambor siguen teniendo sentido en 2025?Frenos de tambor: baratos, duraderos y más vivos que nunca
A pesar de su antigüedad, los frenos de tambor siguen presentes en muchos coches actuales por su bajo coste, durabilidad y simplicidad. Ideales para modelos compactos y utilitarios, ofrecen una eficacia más que suficiente y se posicionan como una alternativa de lo más interesante en aplicaciones como el coche eléctrico, donde la frenada regenerativa es la protagonista.

En un sector tan tecnológicamente avanzado como el del automóvil, donde constantemente surgen nuevas soluciones para mejorar la seguridad, el confort o la eficiencia, sorprende que aún haya vehículos equipados con frenos de tambor, una tecnología que data de principios del siglo XX. Sin embargo, no se trata de una mera reliquia del pasado. Este tipo de freno sigue teniendo su sitio, especialmente en segmentos concretos del mercado y bajo ciertas condiciones de uso.
La razón principal es el coste de fabricación. Los frenos de tambor son más baratos que los de disco, lo que permite a los fabricantes ofrecer vehículos de acceso a precios más competitivos. Para coches pequeños o urbanos, donde la exigencia de frenado es menor, esta solución resulta perfectamente válida. De hecho, muchos modelos compactos siguen recurriendo a ellos, sobre todo en el eje trasero, donde el esfuerzo de frenado es menor y se prioriza la reducción de costes y mantenimiento.
Además de ser económicos, los frenos de tambor son también más robustos frente a las inclemencias del tiempo. Están menos expuestos a agua, barro o sal, por lo que tienden a durar más y requieren menos atención que sus equivalentes de disco. Esto los convierte en una opción ideal para vehículos utilitarios ligeros, rurales o incluso remolques, donde la fiabilidad a largo plazo es más importante que la respuesta inmediata en condiciones deportivas.

Otro punto a favor es su función integrada como freno de estacionamiento. Mientras que los sistemas de freno de disco suelen requerir componentes adicionales para esta función, los de tambor la incorporan de forma nativa, simplificando el conjunto y permitiendo un diseño más compacto. Esto es especialmente útil en vehículos comerciales o de trabajo, donde el mantenimiento y la simplicidad del sistema son factores clave.
También hay ventajas técnicas. A velocidades bajas o en pendientes prolongadas, los frenos de tambor pueden ofrecer una eficacia superior en determinadas condiciones, gracias a su capacidad para mantener la presión de frenado con mayor constancia sin sobrecalentarse rápidamente.
El freno de tambor y el coche eléctrico

En los coches eléctricos, los frenos de tambor ofrecen ventajas específicas que encajan especialmente bien con la filosofía de estos vehículos. Una de las principales es su compatibilidad con los sistemas de frenada regenerativa, que en muchos casos se encargan de la mayor parte del trabajo. Esto reduce significativamente el uso del sistema de freno convencional, lo que en el caso de los frenos de tambor se traduce en una vida útil aún más prolongada y una disminución notable del desgaste. Al no estar tan expuestos a frenadas repetidas o de alta intensidad, como ocurre en los vehículos térmicos, el rendimiento de los tambores se mantiene constante durante largos periodos sin necesidad de sustituciones o ajustes frecuentes.
Otro beneficio clave es la casi total ausencia de polvo de freno, un aspecto relevante desde el punto de vista de las emisiones. Los frenos de tambor están encapsulados, lo que evita que las partículas generadas por el desgaste se liberen al exterior, a diferencia de los frenos de disco. En los coches eléctricos, cuyo objetivo es reducir al máximo las emisiones, este factor se convierte en un argumento de peso. Además, al integrar de forma sencilla el freno de estacionamiento, eliminan la necesidad de componentes eléctricos adicionales, lo que simplifica la arquitectura del vehículo y reduce costes, otro aspecto clave para la tecnología que lucha por reducir sus precios.