
Tesla quiere acabar con las zonas sin cobertura usando Starlink
Tesla ha registrado una patente que apunta a un techo panorámico capaz de comunicarse directamente con los satélites de Starlink. La idea busca mejorar la conectividad en cualquier lugar y preparar el terreno para la conducción autónoma.

Tesla es más que un fabricante de coches. Es una empresa de software, y es por eso que están apostando fuerte por la conducción autónoma. Pero esta requiere un flujo de datos masivo que en algunas partes puede ser un reto lograr. Es por eso que trabajan en derribar una de las últimas barreras físicas del automóvil moderno. Y lo hace con una tecnología que está cambiando muchos sectores. Los satélites de Starlink.
Un reciente registro de patente deja entrever una idea tan simple como ambiciosa: convertir el techo panorámico del coche en una auténtica ventana invisible hacia los satélites. No hablamos de una mejora estética ni de un simple cambio de materiales, sino de un planteamiento que podría permitir a los Tesla comunicarse directamente con la red Starlink sin interferencias.
La patente describe un techo formado por cuatro capas de polímeros específicos, entre ellos policarbonato, pensados para ser totalmente transparentes a las radiofrecuencias. El objetivo es claro: permitir una comunicación directa y estable con los satélites, algo clave si Tesla quiere garantizar conexión a internet de alta velocidad incluso en las zonas más remotas.

La idea encaja perfectamente en el universo de Elon Musk. Tener bajo el mismo paraguas un fabricante de coches eléctricos y una empresa aeroespacial permite explorar soluciones que otros solo pueden imaginar. El problema que Tesla quiere resolver es bien conocido: un coche es, por definición, una jaula de Faraday. El metal bloquea las señales y el cristal convencional, tratado para filtrar calor o rayos ultravioleta, tampoco es especialmente amigo de las transmisiones de alta frecuencia.
Para comunicarse con una constelación como Starlink, puesta en marcha en la primavera de 2019 y que hoy ya cuenta con miles de satélites en órbita, no basta con “ver” el cielo. Hace falta una línea directa también a nivel electromagnético. Por eso Tesla plantea abandonar el cristal tradicional y apostar por materiales plásticos avanzados como el policarbonato, el acrilonitrilo-butadieno-estireno o el acrilonitrilo-estireno-acrilato, seleccionados específicamente por su transparencia a las radiofrecuencias.
Para el usuario medio, esto se traduce en algo muy concreto: menos cortes de conexión y el posible fin de las zonas sin cobertura. Una promesa de conectividad total que encaja con el ecosistema digital que Tesla va construyendo poco a poco. Primero llegó la integración de la inteligencia artificial Grok a nivel de software; ahora le toca el turno al hardware.

Desde el punto de vista del confort, las ventajas son evidentes. Eliminar obstáculos físicos a la transmisión de datos mejora la fiabilidad del flujo de información, algo imprescindible para muchas de las funciones avanzadas que Tesla lleva años anunciando. No solo hablamos de entretenimiento o navegación, sino de sistemas que dependen de una conexión constante y estable.
Eso sí, la idea de sustituir el vidrio por plástico puede generar dudas sobre la calidad percibida o la seguridad. En este punto, la documentación técnica intenta despejar cualquier temor. No se trata de colocar una simple lámina de plástico sobre las cabezas de los ocupantes. El techo descrito es una estructura compleja, en forma de sándwich, diseñada para igualar o incluso superar las propiedades del cristal actual.
Los materiales elegidos destacan por su alta resistencia a impactos y vibraciones, y Tesla asegura que cumplirán con todas las normativas de seguridad vigentes, incluidas las relacionadas con impactos en la cabeza de los pasajeros en caso de accidente. También se menciona que la aislación acústica, un aspecto crítico en los coches eléctricos donde el silencio del motor deja al descubierto cualquier ruido aerodinámico, se mantendría en niveles similares a los actuales.
Pero más allá de la ingeniería, lo realmente importante es el uso final. La conducción totalmente autónoma no admite cortes ni latencias. Un coche que se conduce solo necesita actualizar mapas, analizar el tráfico en tiempo real y comunicarse de forma constante con la infraestructura. En ese escenario, una conexión inestable no es una molestia: es un problema grave.
Con este techo “transparente a las ondas”, Tesla estaría preparando el terreno para su futura flota de Robotaxis. En zonas mal cubiertas por redes móviles terrestres, el coche podría apoyarse directamente en la red satelital, garantizando continuidad de servicio. El vínculo entre Tesla y Starlink deja así de ser una simple curiosidad para convertirse en una pieza clave del funcionamiento del vehículo.
Aunque la patente no confirma plazos ni modelos concretos, todo apunta a que propuestas como esta podrían llegar primero a coches como el Tesla Model Y, uno de los pilares actuales de la marca. Si finalmente se materializa, estaríamos ante un paso más hacia un coche eléctrico siempre conectado, sin importar dónde se encuentre.


