Las ciudades empiezan a expulsar los coches diésel y gasolina
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Publicado: 16/10/2017 09:50
“Las grandes metrópolis se ahogan con sus humos”, podría ser un titular exagerado para justificar la aplicación de medidas urgentes para mejorar la calidad del aire. Pero lamentablemente no lo es, es una realidad, los altos niveles de contaminación producidos por la liberación de gases contaminantes están teniendo consecuencias alarmantes, por eso algunas ciudades expulsan a los coches como parte de la solución.
Hay un dato realmente escalofriante que permite entender la seriedad del tema de la contaminación. Según un informe publicado por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), la mala calidad del aire mató a casi 400.000 personas en 2015. En España, se han producido cerca de 30.000 muertes innecesarias, unas 23.000 por partículas PM2.5 y casi 7.000 por óxido de nitrógeno.
Es realmente muy serio, sobre todo cuando se van conociendo más detalles y se evidencian sus consecuencias. Para muchos se está estigmatizando al coche de combustión, se argumenta que hay otras fuentes de contaminación que deben frenarse, en realidad todo cuenta. El sector transporte (privado, público, mercancías) es responsables de la liberación de un 10-15% de gases de efecto invernadero.
Esto ha motivado a varias ciudades a tomar medidas en firme para expulsar al vehículo privado (de combustión) de los centros urbanos, un paso claro con la intención de reducir los niveles de contaminación y, por ende, reducir estas muertes innecesarias. Pero son medidas que también están pensadas para hacer las ciudades ‘más amigables’ con prioridad para el peatón, bicis y transporte público.
Estas iniciativas reciben el nombre de ‘Carfree cities’ o ciudades libres de coches, un gran reto si tomamos en cuenta que, en la actualidad, más de mil millones de vehículos se desplazan por calles, avenidas, carreteras, etc. Una iniciativa global, con más de 24 países europeos implicados y muchos más alrededor del globo, con el objetivo de dar un paso más allá de simples restricciones puntuales.
Según la AEMA, reducir la velocidad y restringir el tráfico en el centro de las ciudades, contribuye notablemente a la reducción de emisiones contaminantes. En concreto, una limitación a una velocidad máxima de 80 km/h ayuda a que los niveles de óxido de nitrógeno de vehículos diésel bajen sensiblemente. En este sentido, veamos los planes de algunas de las principales capitales de Europa.
Berlín
La capital alemana se ha puesto manos a la obra desde hace casi una década, desde 2008 para ser exactos, prohibiendo la entrada a la zona centro de todo vehículo que no cuente con el certificado de vehículo de baja emisión o como es conocida allí, la ‘pegatina verde’.
Bruselas
La capital belga cuenta con una ventaja urbanística, cuenta con la segunda zona libre de automóviles más grande de Europa después de Copenhague. Sin embargo, siguen buscando alternativas para continuar ganando espacios a los vehículos. Hay una propuesta sobre la mesa que plantea convertir una de las principales vías del centro (de cuatro carriles) en un bulevar peatonal. Además, la ciudad anunció el año pasado que, en 2018, todos los vehículos diésel fabricados antes de 1998 no podrán circular por la ciudad.
Copenhague
Las capitales nórdicas suelen ser referencia en cuanto a movilidad sostenible y planes eficaces para la solución de problemas urbanos, y Copenhague no es la excepción. El punto clave es que, en el caso de la capital danesa, estos planes están en marcha desde hace más de medio siglo, ¿el resultado? Cuentan con una de las tasas de propiedad de vehículos más bajos de toda Europa.
Si a esto sumamos los altísimos impuestos de matriculación, los días están contados para los coches en Copenhague. En paralelo, la ciudad se ha esmerado fortaleciendo la red de transporte público e incentivando el uso de la bicicleta. Según cifras oficiales, más de la mitad de los residentes se desplazan en bicicleta y hay planes para desarrollar carriles bici interurbanos.
Estocolmo
Si de pioneros hablamos, la capital sueca es la referencia, limitando el tráfico desde 1996. Hace 10 años se perfeccionó este sistema instalando un sistema de control de accesos y salidas con reconocimiento de matrículas, iniciativa votada en referéndum ciudadano. Cualquier vehículo que acceda a las zonas de pago deberá abonar un importe según tipo de combustible, año de fabricación, emisiones, etc. Así funciona el Impuesto de Congestión de Estocolmo, cuya recaudación será invertida en mejoras en la ciudad, sobre todo en vialidad.
Helsinki
Además de ofrecer una gran calidad de vida, y un sistema educativo de primerísimo nivel, la capital finlandesa quiere mejorar el transporte público para que los ciudadanos ni valoren el uso del automóvil. Esta mejora vendrá de la mano de avances tecnológicos que romperán con lo que conocemos como transporte público. Una de las ideas es ofrecer un servicio de transporte on-demand, similar a Cabify o Uber.
Aquí el salto estaría en que se aplicaría también a autobuses, se podrá solicitar el servicio vía móvil. Estiman que en un plazo de 10 años este servicio esté en pleno funcionamiento, en paralelo, se está mejorando la red de bicis públicas, aumentando los carriles para bicicletas entre puntos clave y seguirán peatonalizando las calles del centro, con esto en mente, moverse en coche privado por el centro podría quedar en una mera anécdota.
Lisboa
Nuestros vecinos portugueses también han implantado acciones concretas para sacar a los coches más contaminantes del centro de la ciudad. Desde hace poco, todos los coches matriculados antes del año 2000 tienen prohibida la circulación por el centro en el horario comprendido entre las 7:00 y las 22:00, restricciones que –obviamente– no afectan a los residentes.
Londres
El caso de la capital británica es quizá uno de los más ‘directos’ por llamarlo de alguna manera, se basa en un principio simple, si entras al centro en coche privado, pagas. Han establecido una zona de peajes y aplican una tasa de congestión a los vehículos que entran en horario laboral (lun-vie de 7:00-18:00h). La tarifa es de 12 libras por día, con las consiguientes rebajas para varios casos.
Si se realiza el pago por adelantado la tasa es de 10 libras, si se opta por el sistema de autopago es de 9, mientras que los residentes tienen un descuento del 90% sobre la tarifa completa. Todo esto constituye la fase de transición hacia la prohibición de que los coches con motores diésel circulen por la ciudad, objetivo que se han marcado alcanzar para el 2020.
Oslo
En Noruega quieren prohibir los coches en los principales centros urbanos en 2025, pero su capital quiere adelantarse un poco y se ha marcado el 2019 como año para lograr este objetivo. En general, desean reducir el tráfico de automóviles en un 30% de aquí al año 2030, y han puesto en marcha varios planes y acciones para conseguirlo.
Mejorar el transporte público, como en casi todas las ciudades citadas, será el primer paso para sacar a los coches del centro. Además, convertirán varias carreteras en carriles bici y así brindar una alternativa limpia (y saludable) para desplazarse por la ciudad. Los coches eléctricos seguirán siendo uno de los pilares de Oslo para combatir la contaminación, pero… ¿hasta cuándo?
De cada 3 coches que circulan por Noruega, 1 es eléctrico, esto se debe en gran parte al sistema de ayudas para la adquisición y uso del coche eléctrico. Más de 6.000 euros de ayuda permiten equiparar el precio de un eléctrico con uno de combustión, entre otros descuentos, la posibilidad de recargar gratis en la vía pública y otras ventajas, tanto fiscales como de circulación.
No olvidemos que los conductores de un eléctrico pueden acceder a zonas de la ciudad restringidas al tráfico, pueden aparcar gratis y circular por el carril Bus-Taxi. Todo esto ha hecho pensar que la adquisición y uso de los coches eléctricos se ha extendido por un factor meramente económico más que ambiental, con lo cual, este sistema de ayudas puede cambiar.
Paris
El año pasado París tocó techo en cuanto a contaminación se refiere, los altos niveles de gases contaminantes en la atmósfera obligaron a la ciudad a prohibir temporalmente la circulación de vehículos según su matrícula, el resultado fue revelador, la contaminación descendió hasta un 30% en algunos puntos. Esto representó el punto de partida para otras medidas como restringir el acceso a ciertas zonas a no residentes durante los fines de semana.
Las autoridades de París han marcado el 2020 como el año en el que prohibirán los coches diésel y limitar el tráfico en ciertas zonas dando prioridad a vehículos eléctricos y de bajas emisiones. Otra cifra que sirve de espaldarazo al plan parisino es que la proporción de ciudadanos que tiene un automóvil en propiedad ha descendido un 20% desde 2001.
Roma
El centro de ‘la ciudad eterna’ cuenta con una restricción muy clara, solo pueden acceder residentes y trabajadores previo pago de una cuota anual, también pueden circular vehículos de personas con algún tipo de discapacidad. El acceso es gratuito para motos y ciclomotores. Esta restricción se aplica de lunes a viernes de 6:30 a 18:00h y los sábados de 14:00 a 18:00h.
¿Y en España?
Barcelona
La Ciudad Condal tiene un objetivo claro, prohibir la circulación de los coches más contaminantes a partir de 2020, refiriéndose a coches diésel fabricados antes de 2006 y coches gasolina antes de 1997, prohibición que se puede extender a motos matriculadas antes del 2004. Los propietarios de estos vehículos tendrán la posibilidad de viajar gratis en transporte público durante los tres primeros años de prohibición.
Madrid
La capital española cuenta con unos planes realmente sólidos, no podemos negarlo, para intentar reducir la congestión y los altos niveles de contaminación. El conocido Protocolo ante Episodios por Alta Contaminación ya se ha consolidado y todo es más ordenado hoy en día. Además, se ‘premia’ a los coches menos contaminantes con descuentos a la hora de aparcar en zonas SER.
Esto va de la mano con un plan claro para prohibir el tráfico en varias zonas de la capital, lo que se conoce como Áreas de Prioridad Residencial (APR). Pero el punto clave es que la ciudad ha ido trabajando muy bien en métodos alternativos de movilidad, BiciMad tuvo una segunda vida y ofrece un buen servicio. Ciertas mejoras en el transporte público también contribuyen.
Pero un aspecto clave en la evolución de Madrid en cuanto a medidas anticontaminación ha sido el de ofrecer varios servicios de movilidad más eficientes, podemos movernos en Uber, Cabify, emov, car2go, e-Cooltra, Muving, Respiro, etc., solo por mencionar algunos y los que vienen, como Zity de Renault-Ferrovial. Es una ciudad privilegiada en cuanto a alternativas para ir desestimando el uso del coche propio.
Un punto interesante en relación con esto es que otro de los objetivos de Madrid es que su centro sea completamente peatonal de aquí a 5 años, algo que a priori ‘choca’ con lo anterior ya que, precisamente, el uso de estos servicios permite acercarse al centro sin restricción, será crucial ver si la peatonalización será compatible con la movilidad con métodos alternativos de transporte.
¿Que nos depara el futuro?
Ahora bien, está claro que las ciudades deben, literalmente, frenar al automóvil, son muchos planes los que están en marcha para desincentivar el uso del coche en el centro de la ciudad y, al mismo tiempo, otros planes para incentivar la adquisición de vehículos más eficientes, y este es un punto que no se debe perder de vista de cara al futuro cercano, el coche eléctrico está aquí y seguirá ganando terreno.
Muchos de los planes hacen referencia a congestión, otros incluyen el cierre de vías principales para convertirlas en bulevares o zonas peatonales, pero, ¿qué pasa con la gente que decida adquirir un coche eléctrico y quiera desplazarse por el centro de Londres, Estocolmo o Madrid? Porque llegará un punto en el que el volumen de coches eléctricos también genere congestión, o al menos eso esperamos muchos.
Las ciudades seguirán necesitando movilidad, transporte y desplazamientos de todo tipo, las prohibiciones nunca han sido bien vistas, pero hemos llegado a un punto de no retorno. Está claro que limitar la utilización del vehículo (de combustión) es solo una parte del problema, pero no poco importante, las ciudades deben garantizar las mejores alternativas de transporte para sus ciudadanos, incluyendo desplazamientos en vehículos más eficientes (propios o compartidos).