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Después de visitar la Gigafábrica de Tesla en Nevada, el segundo mayor inversor del fabricante americano incrementa su compra de acciones

El pasado mes de agosto un grupo de inversores de diferentes firmas acudían a una visita a la Gigafábrica de Tesla en Nevada. Un encuentro muy importante en el que el maestro de ceremonias ha sido el propio Elon Musk.

Entre los visitantes estaban nombres como la consultora Worm Capital, que han podido comprobar de primera mano los progresos que está sufriendo esta fábrica para lograr escalar su producción y permitir alcanzar el gran objetivo de Tesla, acelerar la transición hacia el coche eléctrico.

La sensación después de ver las instalaciones es de optimismo en el proceso de producción de Tesla. Los anteriores cuellos de botella parece que han sido solucionados, y parece posible que se logre alcanzar una tasa suficiente como para lograr una producción sostenida de entre 6.000 y 8.000 packs de baterías para el Model 3 por semana, y todo con una mínima inversión. Algo que supondría cumplir los objetivos para este trimestre, y sobre todo sentar unas bases sólidas para lograr llegar a las 10.000 unidades a la semana que esperan lograr en 2019.

Esto también ha sido observado por el grupo de inversión Fidelity Management & Research. Un nombre clave en Tesla ya que es el segundo máximo accionista del fabricante norteamericano, con un total de 12.1% de las acciones, solo por detrás del 19.8% de Elon Musk.

Ahora este grupo ha confirmado que los resultados de la visita, así como los progresos en la línea de producción del Model 3, les ha llevado a incrementar su presencia dentro de Tesla.

En total en el tercer trimestre han comprado 6.777.188 acciones, lo que lleva el total en su poder hasta las 20.7 millones de acciones y el comentado 12.1% de la compañía. Una compra que además ha coincidido con las fuertes bajadas en bolsa de Tesla provocado por sus problemas con el regulador bursátil de Estados Unidos. Algo que ha permitido a Fidelity lograr un precio más bajo.

Un movimiento que permite reforzar los títulos de Tesla en un momento de debilidad, golpear a los inversores en corto, y que refrenda la confianza de algunos de los principales accionistas en la capacidad de producción y sobre todo en la posibilidad de comenzar a dar beneficios ya a corto plazo. Una compra que permite por otro lado a Elon Musk respirar tranquilo ante la posibilidad de la entrada de capital no deseado.

Una compra que además se confirma antes incluso de la presentación de resultados del tercer trimestre, que debería llegar en los próximos días, y cuyas cifras pueden tener gran impacto en el valor de las acciones.

 

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