La amenaza del hundimiento de las ventas de coches con motor de combustión ha obligado a los fabricantes y autoridades alemanas a dar un paso adelante para intentar adelantarse a esta tendencia imparable. Todo con el objetivo que los puestos de trabajo que se pierdan en la producción de coches diésel y gasolina se puedan recuperar en la fabricación de coches eléctricos. Pero había una preocupación añadida por la dependencia de los fabricantes de baterías asiáticos. Algo que ha motivado una vuelta de tuerca a la estrategia apostando también por la fabricación propia.
Y es que Alemania está apostando muy fuerte por la fabricación de baterías. Hoy se ha confirmado el último proyecto que involucra a Opel, que transformará su fábrica de Kaiserslautern, actualmente encargada de la fabricación de motores diésel, que pasará a fabricar baterías para coches eléctricos. Una instalación que estará en marcha en dos años y que dará trabajo a 2.000 personas.
Esta iniciativa forma parte de una gran alianza entre Francia y Alemania, que ha supuesto un enorme acuerdo entre la petrolera Total y el grupo PSA, y que tendrá como resultado la puesta en funcionamiento de al menos dos fábricas de baterías con 24 GWh de capacidad cada una. Una situada en Francia, y la segunda en Alemania.
A esta podemos añadir la instalación que prepara Volkswagen en Salzgitter, con una producción de 16 GWh/año, lo que permitirá sacar adelante sólo con esta instalación unos 260.000 packs de 60 kWh cada año, y que se sumará a la inversión que el grupo alemán está haciendo en la iniciativa Northvolt, que de momento montará su primera instalación en Suecia.
Otro de los grupos que ha apostado por la producción de baterías es Mercedes, que ha levantado una instalación de producción de packs en la localidad de Brühl que cuenta con una superficie de 12.000 m2 y que ha supuesto una inversión de 1.000 millones de euros que extenderá su actividad para tratar de cerrar el círculo productivo, con la fabricación además de las baterías, de los motores y el resto de componentes para los modelos eléctricos.
Pero Alemania no sólo está logrando que sus marcas se instalen en su territorio para la producción de baterías. La china CATL ha confirmado una inversión de cerca de 2.000 millones de euros en una fábrica propia en Turingia. Esta fábrica se encargará de suministrar celdas a fabricantes locales como BMW, Daimler (Mercedes-Benz) y Volkswagen, así como a los suecos de Volvo. La factoría llegará a una producción anual estimada de 14 GWh para el año 2022 y dará trabajo de forma directa a algo más de 2.000 personas.
No nos olvidamos de una Tesla que ha optado también por el mercado germano no sólo para levantar su Gigafábrica europea, sino también para poner en marcha en la misma instalación una línea de producción de baterías que se beneficiará del gran ecosistema que se está creando en el sector.
¿Y por qué las empresas optan por Alemania?. La respuesta puede ser compleja, pero una de las razones ha sido la agilidad y la visión de los políticos alemanes que en 2018 se han lanzado a la búsqueda de fórmulas para que su mercado fuese competitivo para atraer este tipo de instalaciones. Unas fábricas que en el caso de los desarrolladores tradicionales, LG, Samsung o SK Innovation, estaban optando por Europa del este por sus menores costes.
Para ello el por entonces Ministro de economía de Alemania, Peter Altmaier, puso en marcha un proyecto destinado a crear una serie de incentivos para atraer la producción de futuras fábricas. Un paquete de medidas entre los que se han incluido eximir a las nuevas empresas que se instalen en Alemania para fabricar baterías, el poder reducir el pago de algunos gravámenes energéticos. A esto añadir el flujo de ayudas públicas de la UE a estos proyectos, y nos da como resultado un verdadero imán de nuevas iniciativas que están optan por instalarse en suelo germano en detrimento de otros emplazamientos.
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