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Mitsubishi es acusada de manipular las emisiones de sus coches diésel en Alemania

Mitsubishi Motors está siendo investigada por la fiscalía alemana por presuntamente vender coches diesel que habían sido programados para manipular sus emisiones. Un nuevo escándalo que de confirmarse sería un duro golpe a una marca minoritaria en Europa, pero que podría golpear a todo el grupo.

La investigación es otro revés para la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, que ha estado bajo una fuerte presión desde el arresto de Carlos Ghosn hace más de un año en Japón, y que ahora se enfrenta a un caso que puede hacer tambalear su estructura si los investigadores detectan un fraude. Un extremo que para los expertos también puede afectar al resto de marcas tradicionales cuya imagen quedó dañada tras los sucesivos escándalos de emisiones destapados después del Dieselgate de Volkswagen.

Los investigadores registraron el martes 10 oficinas en Frankfurt, Munich y en otros lugares de Alemania. Unos registros que además de Mitsubishi ha afectado a algunos de sus suministradores, que también están en el punto de mira.

Los fiscales han confirmado que la investigación se centró en los modelos Mitsubishi con un motor diesel de cuatro cilindros y 1.6 litros o 2.2 litros. Según la acusación, el fabricante japonés ha podido programar los vehículos para cumplir con las normativas de emisiones durante las pruebas de homologación, pero no durante la conducción normal.

Los fiscales germanos están pidiendo a las personas que compraron vehículos diesel Mitsubishi desde 2014 que se presenten como testigos, sugiriendo que la investigación se centra en los automóviles de ese año modelo y posteriores. Algo que puede suponer la ampliación de los casos a modelos más recientes.

Los fabricantes europeos tiemblan ante la propuesta de la UE de endurecer todavía más los objetivos de emisiones de los vehículos

Este escándalo llega en el peor momento para la Alianza, que lucha por mantenerse unida después del estallido del caso Ghosn, encarcelado y ahora huido al Líbano, y que ha sido el principal arquitecto de este grupo. Unas marcas entre las que ha crecido la desconfianza, pero que se necesitan desesperadamente para no perder el ritmo del mercado y ahondar en una caída de ventas que en 2019 ha sido del 3.4% para Renault, mientras que Nissan acumulaba un descenso del 7.7% hasta noviembre, fecha de la última presentación de resultados.

Ahora queda por ver las consecuencias de un escándalo de emisiones que sin duda profundizará la crisis que están viviendo los coches diésel que no paran de perder cuota de mercado, atrapando a aquellas marcas que han realizado grandes inversiones en este tipo de motores, y que ahora intentan rentabilizar de forma desesperada ante el empuje de las nuevas normas de emisiones y el ascenso del coche eléctrico.

Una Mitsubishi que como comparativa ha logrado el pasado año vender apenas 148.000 unidades en Europa, lo que supone un 10.4% menos que el año anterior. Cifras que salvo sorpresa, este año tampoco mejorarán, menos si la marca se ve afectada por este posible caso de manipulación de emisiones contaminantes.

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