Aunque muchos ya lo llevan viendo desde hace más de una década, petroleras como la española Cepsa acaba de darse cuenta del enorme impacto que tendrá la expansión de la movilidad eléctrica en su modelo de negocio. Algo de lo que el propio Elon Musk avisaba ya hace unos años, y que ahora parece se ha convertido en una amenaza real para la centenaria industria del petróleo.
Según recoge El Confidencial, desde Cepsa se ha indicado que compañías como Apple, Google o Tesla «están llevando a cabo una investigación exhaustiva sobre tecnologías nuevas y potencialmente disruptivas, como la electrificación y automatización de vehículos o las tecnologías innovadoras de baterías, que podrían tener un impacto significativo en la demanda de productos derivados del petróleo en todo el mundo si fueran ampliamente adoptadas».
Desde la compañía se pone sobre la mesa el riesgo a que una evolución más rápida de la tecnología de baterías suponga un descenso más acusado en la demanda de diésel y gasolina. Algo que reduciría el impacto del desarrollo de vehículos con motor de combustión más eficientes incapaces de competir contra los eléctricos.
Una implantación principalmente centrada en los países desarrollados, por culpa del elevado coste de los vehículos, lo que supone una esperanza de que la demanda de mercados como China o la India logren compensar la posible reducción de demanda.
Uno de los aspectos más interesantes del informe es el de la estimación de implantación de los coches híbridos y eléctricos según los datos de la petrolera. Estas pronostican que apenas un 15% del parque móvil en 2030 será híbridos o eléctrico, por un 85% que aún será diésel y gasolina. Además, destacan que en su ‘mix’ de venta aún pesa mucho los vehículos industriales y pesados, cuya sustitución por un alternativo a la combustión interna es más difícil.
Pero la amenaza está principalmente en el sector de los vehículos ligeros, que ocupan el 48% de las ventas de combustibles de Cepsa, y que cuentan con mayores posibilidades de ser electrificados en los próximos años, lo que sin duda tendría un fuerte impacto en las ventas de la petrolera.
Unas estimaciones realizadas en 2018 que no se alejan demasiado con las lanzadas en su momento por fuentes más neutrales,
como Bloomberg, que hace dos años estimaba que en
2040 las ventas de coches eléctricos en el mundo superará el 50%.
Algo que tendrá grandes repercusiones, empezando por una demanda de petróleo que se reducirá en 8.5 millones de barriles diarios. Por supuesto también se reducirán de forma significativa las emisiones contaminantes.
Pero estas estimaciones no tienen en cuenta factores como la evolución de la tecnología de baterías, que la propia Bloomberg estimaba estaban viviendo
una reducción de precio de un 12% anual, y la mejora de las densidades energéticas de las mismas, que hace que cada vez se puedan meter más kWh en el mismo espacio, o lograr las mismas autonomías con menos baterías. Lo que se traduce en menos costes.
Tampoco tenían en cuenta la entrada en vigor de las nuevas normas sobre emisiones, no sólo en Europa, sino también en China donde las autoridades han confirmado un endurecimiento de las cuotas a corto y medio plazo. Una nueva legislación que obligará a los fabricantes con presencia local a lograr unas cuotas del 14% de híbridos o eléctricos en 2021, del 16% en 2022, y del 18% en 2023, llegando al 20% en 2025. Algo que supondrá también un reto para la industria petrolera que tiene en China uno de sus salvavidas.
Una Cepsa que por otro lado se ha lanzado tímidamente a diversificar su actividad con la introducción en el sector de la recarga con el acuerdo con IONITY, que estas semanas ha supuesto la apertura de su segunda estación en España, situada en Ariza, Zaragoza.
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