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El efecto Osborne disparará las ventas de coches eléctricos, que superarán a los convencionales en cinco años

El efecto Osborne es una tendencia que habla sobre la demanda pospuesta de productos ante la llegada de versiones mejoradas que hace que el cliente aplace su compra. Un efecto que está muy presente en un sector del automóvil enfrascado en una dolorosa transformación que según algunos estudios podría ser más rápida de lo esperado.

Así lo indica un estudio de Ray Wills, redactor de la revista Future Smart Strategies y profesor en la Universidad de Australia Occidental, que ha estimado la curva de adopción de los coches eléctricos y su impacto en las ventas de modelos con motor de combustión.

Sus resultados son bastante llamativos y tienen en cuenta la variable que ha supuesto el impacto de la crisis del coronavirus, así como la aceleración de las inversiones de los principales grupos automovilísticos mundiales en apartados como la producción de coches, pero también en la búsqueda de un suministro fiable y económico de baterías.

El sector se enfrenta a desafíos únicos en su larga historia, y donde la bajada de precios de los coches eléctricos está acelerando una transformación que ya ha comenzado hace tres años. Y es que las ventas de coches motor de combustión interna han disminuido de forma constante desde finales de 2017. Es decir, las ventas habrían alcanzado su punto máximo en 2017. En 2018 estas fueron inferiores a 2017, en 2019 fue inferior a 2018, y muy posiblemente en 2020 serán inferiores a las del año anterior. Una tendencia que no parece tener final.

Unas ventas que han sido parcialmente cubiertas por las ventas de coches híbridos, pero no lo suficiente como para compensar la caída con una tecnología híbrida convencional que las predicciones indican llegará a su pico máximo en 2022. Momento en el que comenzarán su propio descenso empujado por la explosión de ventas de coches 100% eléctricos. 

Tampoco los híbridos enchufables parece que lograrán hacerse un hueco significativo, y estos seguirán una tendencia similar a los híbridos convencionales, iniciando su descenso de cuota de mercado ya el próximo año, en 2021.

Mientras tanto, las ventas de coches eléctricos siguen creciendo a un ritmo rápido, a pesar de la crisis del Covid-19, y superarán las ventas híbridas este mismo año. Una tendencia que explica por qué los clientes que buscan un coche eléctrico, no explorarán la opción híbrida enchufable cuyas ventas no crecerán.

Un corto plazo donde el efecto Osborne continuará con la erosión de las ventas de coches con motor de combustión, que servirá para terminar de convencer a los grandes fabricantes de la necesidad urgente de apostar por las nuevas tecnologías.

Un paso previo al inicio de la adaptación de las fábricas, que supondrá un paso sin retorno que permitirá en un breve periodo de tiempo el poder aumentar de forma drástica la capacidad de producción. Algo que nos llevará a un escenario donde habrá más oferta, algo que impactará directamente en las ventas de coches diésel y gasolina, así como precios cada vez más competitivo. De nuevo un clavo en el ataúd de los sistemas de combustión.

La tercera parte de esta tormenta perfecta será el incremento de las autonomías, que permitirá junto con la imparable expansión de las redes de carga, que la cuestión del miedo a quedarse sin carga sea cosa del pasado. 

Aspectos que según el informe, supondrá que en apenas seis años los coches con motor de combustión hayan desaparecido prácticamente del mercado. Un destino que el informe también extiende a los híbridos e híbridos enchufables.

Según Bloomberg, los coches eléctricos serán más baratos que los diésel o gasolina en 2025

Esto supondría que desde que el sector alcanzase su punto máximo de ventas en 2017, hasta la transformación total, habrían pasado apenas 10 años. Un plazo muy agresivo que supone acelerar en más de una década las previsiones de otros analistas.

Pero podemos recordar datos como los de Bloomberg, que indicaba que en 2022 los coches eléctricos habrían igualado en precio a los diésel y gasolina. También el que nos indicaba que el precio del kWh estaba bajando un 12% cada año. Algo que llevará el coste de las baterías a cifras muy competitivas ya en un plazo de apenas dos o tres años, lo que sumado al incremento de las exigencias sobre emisiones de los diferentes gobiernos, hará que el desarrollo de nuevos modelos diésel o gasolina sea cada vez más caro, elevando sus precios.

Un escenario muy negativo para los sistemas de combustión interna que podrían ver como incluso en bastiones como los países en desarrollo, su elevado coste de adquisición y de mantenimiento harán que los clientes con menor renta opten por algunas de los muchos coches eléctricos de bajo coste que veremos llegar en los próximos años.

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