Durante la presentación ayer del nuevo Volkswagen ID.4, un aspecto llamó la atención de muchos usuarios. Y es que el nuevo modelo del fabricante alemán contará con frenos de tambor en las ruedas traseras. Una elección que muchos han criticado, pero que desde la marca han justificado.
Podríamos pensar que una de las razones es el coste. Es más barato un sistema de tambor que uno de disco. A esto podemos añadir el menor mantenimiento, con procesos de sustitución más largos, y también la cuestión del mejor aislamiento que protegen a sus componentes de los elementos externos. Aspectos que permiten llevar sus sustitución hasta los entre 80.000 y 140.000 kilómetros según el modelo, y que en la práctica supone de media el doble de tiempo que un freno de disco.
Pero esta no han sido las principales razones de Volkswagen para optar por el tambor en el eje trasero. Desde la marca se ha indicado que «el motivo ha sido el buscar reducir la resistencia a la rodadura, ya que las pastillas de freno de disco tienden a arrastrar ligeramente los rotores a medida que el automóvil se desplaza«.
Los frenos de tambor, solo por la naturaleza de su diseño, no lo hacen. La marca también dice que los frenos de tambor ofrecen un rendimiento y una reactividad superiores después de largos períodos de inactividad. Estos largos períodos de inactividad se deben al uso del sistema de frenado regenerativo en los coches eléctricos, que se encargan de la mayor parte del trabajo de frenada en el día a día.
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