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El Peak Oil ya ha sucedido empujado por la pandemia y la bajada de precios de las baterías de los coches eléctricos

El Peak Oil es un fenómeno que llevamos escuchando décadas, y que se refiere al momento en el que se habría logrado un pico máximo de consumo de petróleo, y que daría paso al inicio de su descenso. Un momento que según a quién le preguntases, te daría una fecha más o menos lejana. Pero ahora Bloomberg Energy ha publicado un extenso artículo donde indica que según los datos disponibles, en 2019 habríamos alcanzado de forma silenciosa y discreta el pico de consumo de petróleo.

En un artículo titulado «El Peak Oil está súbitamente sobre nosotros» los redactores Tom Randall y Hayley Warren analizan con detalle las circunstancias que han llevado a la poderosa industria del petróleo a afrontar lo que parece el principio del fin, y como algunas de las principales empresas del sector ya están afrontando una transformación que será mucho más rápida de lo esperado.

Los «anunciantes» de este fenómeno no han sido unos ecologistas o unos defensores de la lucha contra el cambio climático. Han sido grandes nombres de la industria como el nuevo director ejecutivo de BP. Alguien al que no se le puede achacar precisamente estar alineado con las posiciones sobre el inicio del descenso de la demanda de petróleo, y que ha confirmado que en sus nuevas proyecciones, el 2019 habría sido el año del Peak Oil.

Incluso la OPEP, el cartel que aglutina a algunos de los principales productores de petróleo, ha admitido esta tendencia, aunque con un pronóstico a más largo plazo. Pero aunque la velocidad sea diferente a otros analistas, la dirección es la misma.

La pandemia y los 100 dólares el kWh

En los últimos años hemos visto infinidad de estudios que buscaban anticipar la caída de la demanda de petróleo. Unos más optimistas que otros. Pero llegó 2020, y todo saltó por los aires. La pandemia provocó un enorme impacto en la centenaria industria petrolera, que vio como en pocas semanas la demanda caía en 29 millones de barriles al día. Algo que ha afectado a todas las estimaciones de consumo de petróleo.

 

Esto ha provocado que las estimaciones más optimistas, y que pronosticaban un descenso notable contando con fuertes regulaciones de los gobiernos con medidas de reducción de emisiones, ahora se han convertido en las estimaciones moderadas, siendo ahora las más optimistas mucho más tempranas.

Otro factor que ha ayudado a cocinar esta auténtica tormenta perfecta para el petróleo ha sido la explosión de ventas de coches eléctricos. Un sector que ha sido uno de los más beneficiados por esta situación, y que ha encontrado en aspectos como el confinamiento y la consiguiente reducción de emisiones en las grandes ciudades del mundo, la mejor campaña publicitaria de la historia.

A esto se añade el aumento de oferta, que ha provocado la llegada de nuevas propuestas. Algunas de ellas en momentos críticos y que han supuesto un verdadero examen final que podría haber determinado un retraso en las inversiones de haber fallado.

Como mejor ejemplo la marcha imparable de Tesla, que ha sido el único fabricante que ha disparado sus cifras, manteniendo sus balances el positivo lo que le ha valido para lograr entrar en el influyente SP500. Una Tesla que en pleno impacto de la pandemia lanzaba el Model Y, que finalmente ha tenido una gran aceptación. Algo que se puede extender a Volkswagen, que en septiembre comenzaba las entregas del ID.3. Dos ejemplos de éxito comercial que ha acelerado el optimismo y las inversiones en el sector, todo en pleno derrumbe de ventas de los coches diésel y gasolina.

A esto ha ayudado la bajada de precio de las baterías. Según Bloomberg, algunos de los principales grupos habrían logrado romper la barrera de los 100 dólares el kWh. Una cifra simbólica, que normalmente se refiere al coste de las celdas, que ha permitido reducir el coste de producción de los vehículos y con situar los precios a una altura muy cercana o igual que sus equivalentes con motor de combustión.

Una caída sin frenos en los costes que el pasado mes de septiembre vivió un nuevo episodio con el «battery day» de Tesla, donde Elon Musk mostraba los planes de Tesla de fabricar baterías, aumentando la densidad energética y reduciendo el coste un 56% para 2023.

Un camino que ha permitido a algunos de los principales grupos reducir algo los destrozos de la pandemia gracias al incremento de ventas de coches eléctricos. El ejemplo más paradigmático es el grupo francés PSA (Peugeot, Citroën, Opel y DS) que ha sido el más afectado por la caída de ventas, con casi un 50%, pero que han logrado compensar con un incremento de sus ventas de coches eléctricos en más de un 1.200%.

Algo que no pueden decir los italianos de FIAT, que han visto también como sus matriculaciones de hundían un 40%, pero sin una gama eléctrica disponible no han podido cubrir parte de ese descenso, teniendo que llegar a un acuerdo con Tesla para la compra de derechos de emisiones. Un movimiento que posteriormente siguió otro de los rezagados, Honda.

Punto de no retorno

A la vista de la situación, las inversiones se han acelerado y multiplicado para tratar de forma urgente hacerse un hueco en un mercado donde además de Tesla, la rápida evolución y expansión de los nuevos fabricantes chinos amenaza a los grupos tradicionales.

Nombres como la propia Tesla, a la que se sumarán otros aspirantes como Rivian, Lucid Motors, Fisker, NIO, Xpeng, Polestar, BYD...y un largo etc de marcas sin mochila de combustión que les frene ni discusiones en los consejos o con los sindicatos sobre qué dirección tomar.

Se espera que en 2021 lleguen al mercado al menos 35 nuevos modelos 100% eléctricos, que además estarán acompañados por la puesta en marcha de nuevas instalaciones de fabricación de componentes, como motores y baterías.

Un punto de no retorno que supondrá no solo el principio del fin para los coches con motor de combustión, que habría logrado también su «Peak» en 2019, sino también en la demanda de petróleo que se verá afectada irremediablemente por la expansión de los sistemas eléctricos no solo en el transporte personal, sino también en el industrial, y que está viendo como los costes de producción eléctrica con renovables no paran de caer, siendo ya la solar fotovoltaica la energía más barata de la historia.

Fuente | Bloomberg


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