Hace unos meses, la startup estadounidense Lucid presentó su primer modelo, el ambicioso Air. Este vehículo ha sido capaz de captar la atención de la prensa internacional gracias a su elevada autonomía (832 km bajo el realista ciclo de homologación americano EPA) y a sus fulgurantes prestaciones. Su fabricación comenzará este mismo año en Casa Blanca, Arizona.
Sin embargo, Lucid también está estudiando la posibilidad de abrir una fábrica en Arabia Saudí, país cuyo fondo de inversión soberano inyectó en 2018 la friolera de 1.000 millones de dólares en la joven startup. Este aporte fue vital para lograr que el proyecto lograra salir adelante, pues Lucid en aquella época no contaba con el efectivo necesario para construir su planta en Estados Unidos.
Aparentemente, esta inversión dependía de que Lucid creara también una planta de fabricación de coches eléctricos en Arabia Saudí. «Lucid recaudó más de 1.000 millones de dólares en 2018, una inversión que estaba condicionada a que la empresa creara una planta en Arabia Saudí», señala el informe publicado por el prestigioso medio Bloomberg.
«Lucid está en conversaciones con el fondo soberano de Arabia Saudí para construir una fábrica de vehículos eléctricos cerca de la ciudad de Jeddah en el Mar Rojo». Sin embargo, Lucid también está planteándose otras ubicaciones, por lo que estos planes todavía no son definitivos, si bien una cosa es segura: antes o después, la empresa tendrá que instalarse en Arabia Saudí.
Por el momento se desconoce la capacidad que tendrá la segunda factoría de Lucid. La planta de Arizona debería ser capaz de producir un máximo de 400.000 vehículos al año, por lo que no sería de extrañar que las instalaciones saudíes rondaran la misma cifra. Tampoco se sabe si el siguiente modelo de Lucid tras el Air, el SUV Gravity, se fabricará en Estados Unidos o en Arabia Saudí.
Este acuerdo estratégico es solo un paso más dentro de la ambiciosa estrategia de diversificación económica de Arabia Saudí, que a día de hoy sigue dependiendo en gran medida de la exportación de petróleo. Al igual que otros países productores de «oro negro», las autoridades saudíes son conscientes de que se avecina una revolución en los sectores energéticos y del transporte, y han comenzado a actuar en consecuencia, invirtiendo en energías renovables y movilidad eléctrica.
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