Corren tiempos agridulces para Jaguar Land Rover. El grupo británico, perteneciente al gigante indio Tata, vio como en 2021 las ventas de Land Rover crecieron un 3,4% interanual (334.586 unidades) gracias al éxito de su gama SUV… mientras que los registros de Jaguar se redujeron en un 16%, quedándose en apenas 86.270 vehículos.
A esto tendríamos que sumar los problemas derivados de la escasez en el suministro de microchips, pues en los últimos tres meses de 2021, la compañía acumuló unas pérdidas de 9 millones de libras (10,6 millones de euros). El principal problema del grupo es la caída en picado de Jaguar en los últimos años, incapaz de competir en el sector premium contra Audi, BMW, Lexus, Mercedes-Benz o Tesla.
Por este motivo, el año pasado la cúpula directiva tomó la decisión de cambiar radicalmente la estrategia de Jaguar, cancelando sus futuros desarrollos (incluido el XJ eléctrico, cuya presentación era inminente). Los nuevos planes para la marca pasan por un completo relanzamiento en 2025, año en el que abandonará los motores de combustión interna.
Para asegurar la rentabilidad de la histórica firma inglesa, se cambiará su posicionamiento comercial. Así, sus próximos modelos estarán orientados al mercado de lujo, donde compiten Aston Martin, Bentley, Maserati o Porsche. Aunque esta transformación probablemente implique un volumen de ventas inferior, el margen de beneficio por vehículo será muy superior.
Jaguar quiere volver a ser una marca de lujo
Sin embargo, para poder transformarse en un fabricante de coches de lujo con credibilidad, Jaguar necesita tecnología eléctrica de última hornada. Aunque durante meses los responsables de la empresa negociaron con otros grupos (BMW, Mercedes-Benz, Volkswagen) el uso de una de sus plataformas, finamente desarrollará su propia arquitectura: Panthera. ¿Por qué?
Por un lado, habría que citar criterios estéticos. El equipo liderado por Gerry McGovern lleva un tiempo trabajando en el diseño de sus próximos automóviles, y el uso de una plataforma externa obligaría a adaptarlos, renunciando a su personalidad única. Thierry Bolloré, director ejecutivo de Jaguar Land Rover, ha justificado esta decisión:
«Con respecto a los nuevos Jaguar, estamos dando prioridad a unas proporciones únicas. Por ello, por el momento los desarrollaremos solos. [Deben ser] automóviles de lujo realmente modernos que no sean la copia de nada en estilo o diseño, lo mejor en tecnología y refinamiento, pero sin mirar hacia atrás. [Queremos crear] automóviles diferentes sin superposición».
Tampoco podemos olvidarnos de los motivos económicos, pues el Gobierno británico ha concedido a Jaguar Land Rover un préstamo de 500 millones de libras (591 millones de euros) para la investigación, el desarrollo y la exportación de coches eléctricos. Si Jaguar dependiera de tecnología externa, no tendría acceso a esta necesaria aportación.
Aunque está confirmado que todos los coches térmicos de Jaguar se discontinuarán en 2025 (XE, XF, E-Pace, F-Pace, F-Type…), el eléctrico I-Pace se mantendrá en producción como un modelo separado del resto de la gama. Los rumores apuntan a que, para diferenciarse de Land Rover, Jaguar podría dejar de fabricar SUV, centrándose en las berlinas, los deportivos y los descapotables.