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Ahora no Permitir

Si el gobierno nos obliga a que compremos coches eléctricos, ¿deben subvencionarse con dinero público?

Estamos en un punto de inflexión. A diferente nivel, los poderes públicos pretenden que en los países desarrollados los consumidores abandonemos progresivamente los vehículos de combustión interna y los vayamos reemplazando por otros que no produzcan emisiones. Los coches eléctricos siguen siendo más caros de adquirir que los térmicos por el sobreprecio tecnológico, ¿y quién debe asumir esa diferencia?

Algunos piensan que lo ideal es que sean los mismos poderes públicos que obligan al cambio, en mayor o menor medida, los que sufraguen el sobreprecio tecnológico, frente a los que dicen que eso se lo pague cada uno, en función de sus posibilidades. Esto significa, ni más ni menos, que se usen impuestos, es decir, el dinero de los contribuyentes, para financiar parte de la compra de los coches eléctricos de los demás. En parte, ya se hace, pero ¿y si fuese de forma generalizada?

Los resultados de una encuesta realizada en Estados Unidos por parte de un concesionario, el Gunther Volkswagen Delray Beach, nos dan algunas pistas. Preguntando a una muestra de más de 3.000 conductores, dicen que si les obligan a comprar un coche eléctrico quieren una compensación económica, más que un alivio en lo que toca pagar en impuestos al año (los tax credits son precisamente eso).

El Chevrolet Bolt ha aumentado sus ventas al ajustar GM los precios en una cantidad similar, unos 6.000 dólares, en un contexto en el que todos los coches eléctricos están subiendo de precio

De media, los estadounidenses darían su brazo a torcer por una compensación de 5.988 dólares. Al cambio actual, hablamos de 6.140 euros. Una compensación directa, no ligada a la fiabilidad como pagador de créditos ni en función de lo que haya que pagar de impuestos. Un dinero que pagarían el resto de los contribuyentes, entiéndase.

La cantidad es una media, pero ¿qué pasa con los extremos? Pues que 50 Estados tienen realidades muy diferentes. Los residentes en Wyoming se dejarían compensar con apenas 3.131 dólares, pero los de New Hampshire son como cuatro veces más exigentes, y querrían del Tío Sam una compensación de 12.698 dólares. Y con los dólares en la mano, aceptarían la imposición de comprarse un coche eléctrico.

¿Y por qué dar el salto a los eléctricos en un país donde no llegan al 6% de cuota mensual? El principal motivo esgrimido (43%) es por razones ecológicas y medioambientales. En segundo lugar, el 27% lo haría para ahorrarse impuestos a través de los créditos fiscales. Curiosamente, solo el 18% haría el cambio para ahorrar dinero en gasolina y costes de mantenimiento, donde los eléctricos siempre suponen una ventaja.

Coches eléctricos cargando en California

Los motivos minoritarios para dar el salto fueron el poder circular por carriles de alta ocupación (7%), como el que circula por el Bus VAO con un solo ocupante -en California los carriles HOV son un enorme incentivo, dados los atascos de la zona-, y solo el 5% lo haría por tener un coche con mejores prestaciones. La suma de los motivos cierra un 100%, es fácil de interpretar.

Otra parte de la encuesta resulta paradójica, y es que mientras con una mano piden incentivos, con la otra se quejan de que la transición no se está produciendo todo lo rápido que debería ir para combatir el cambio climático; así lo pensaron el 65% de los encuestados. Y respecto a la decisión de California de prohibir ventas de vehículos de combustión en 2035, la aplastante mayoría (88%) no cree que sea posible el reemplazo del parque en 30 años.

En todo caso, parece que no apoyaron la transición a golpe de prohibiciones, porque solo la décima parte de los encuestados apoyó que la combustión interna quedase vedada de las ciudades y los núcleos urbanos. Ese, en parte, es el enfoque a largo plazo en la Unión Europea, donde las zonas de bajas emisiones de las zonas urbanas tienden a expulsar a los vehículos con tubo de escape para cumplir con los estándares de calidad del aire.

Estos datos no creo que cambiasen de forma significativa en cuanto a coordenadas españolas. Si más consumidores no dan el salto, es principalmente por un problema de precio. La media de los coches eléctricos está muy por encima de los casi 21.000 euros que cuesta el típico turismo matriculado en España, de acuerdo a Hacienda, que todo lo sabe.

Con una subvención directa -y que no haya que devolver como una ganancia patrimonial más-, se compensa parte o todo el sobrecoste, y entonces estaríamos más por la labor de dar el salto. Los otros problemas son cada día menos importantes, posibilidades de recargar y la autonomía. De hecho, múltiples estudios apuntan a que el auténtico estallido de ventas en el corazón de mercado se dará con la paridad en precios.

Todo el dinero que se ponga de subvenciones o de incentivos públicos va a salir del bolsillo de los contribuyentes, no se crea de la nada

De momento, parece que la paridad en precios va a ser más al alza que a la baja, dada la necesidad de ir limpiando más los escapes, que encarece los vehículos térmicos, y así el diferencial de precio con coches eléctricos encarecidos (las baterías acusan mucha inflación por las materias primas) es menos grave. Obviamente, como consumidores, preferimos que la diferencia sea a la baja, y que el dinero público acerque los precios de los eléctricos a los térmicos, no que los térmicos se vuelvan igual de caros (o casi) que los eléctricos.

Ahora, como remate final, lanzo esta pregunta: ¿cuánto dinero le pedirías al Gobierno de España para dar el salto a un coche eléctrico?

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