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China instala en el desierto del Gobi energías renovables equivalentes a la mitad de la capacidad eléctrica de Europa

China está apostando con decisión por las energías renovables, y el ejemplo más gráfico son las mega instalaciones que ha puesto en marcha en pleno desierto del Gobi, donde una serie de granjas fotovoltaicas han comenzado a producir electricidad con una capacidad que por si sola equivale a la mitad de la potencia eléctrica instalada en Europa o Estados Unidos.

En total, este verdadero mar de paneles solares, repartidos por la zona noroeste del país, cuentan con una potencia de 600 GW, una cifra que podemos comprar con los 116 GW que tiene España entre todas sus tecnologías.

El objetivo es lograr paliar las intermitencias de la producción con energías renovables, que en China puede suponer que de un día para otro la diferencia de aportación puede llegar a los 50 GW, equivalente a la potencia total instalada entre todas las centrales nucleares de Francia. Una apuesta que se ha complementado con la creación de grandes centrales hidroeléctricas en el río Amarillo, para hacer las veces de respaldo.

Para mejorar esta intermitencia, se ha instalado un conjunto de placas interconectados con líneas de transmisión de corriente continua de ultraalto voltaje (UHVDC) que permiten mandar grandes cantidades de energía en larga distancia sin apenas pérdidas durante el recorrido, siendo la tasa estimada por sus promotores del 95%.

Esta apuesta permite aprovechar de forma eficiente la energía de regiones remotas que pueden obtener electricidad de forma barata e ilimitada gracias a sus condiciones ambientales, en lugares donde el espacio disponible es alto, barato, y donde la creación de puestos de trabajo es clave para fijar población.

Un proyecto que además permite aumentar de forma significativa la aportación de la energía solar a la industria china, que logra acceder a una energía limpia, pero también barata.

Tiene otras muchas repercusiones, desde el poder alimentar las sedientas inteligencias artificiales, que demandan cada vez más energía, la cuestión de la competitividad del sector manufacturero, pero también permite a China fabricar coches eléctricos y baterías con cada vez menos dependencia del gas o el carbón. Y con unos costes ya de por si competitivos, que no paran de mejorar.

Fuente | SCMP

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