En 2017, Hyundai invirtió 1.150 millones de dólares en una nueva fábrica de coches con motor de combustión en la ciudad china de Chongqing, que tenía como objetivo sacar adelante unas 300.000 unidades al año. Pero seis años después, el fabricante coreano ha tenido que vender la instalación por apenas 226 millones de dólares. La razón, la fuerte caída de la demanda de coches con motor de combustión.
Esta es una de las cientos de instalaciones zombi que hay por toda China. Unas fábricas que han visto como la sobreproducción y la caída de la demanda ha provocado su cierre y la búsqueda a la desesperada de alguien que las compre a precio de saldo.
Los datos son significativos, y el pasado año se han vendido en China un total de 17.7 millones de coches con motor de combustión. Un 37% menos que el máximo logrado en 2017.
Según los analistas, China tiene una capacidad de producción de 50 millones de coches al año, incluyendo todas las tecnologías, pero apenas se usa un 50% de esa capacidad. El resultado son cientos de fábricas abandonadas o paradas a la búsqueda de un nuevo propietario.
La propia Hyundai-KIA es un reflejo de la imparable caída del motor de combustión en China. El pasado año, el grupo surcoreano vendió un total de 310.000 unidades en China. Una cifra que contrasta con el máximo logrado en 2016, cuando matricularon 1.8 millones de coches en este mercado.
Un escenario donde los grupos chinos están logrando sacar adelante parte de su producción gracias a las ventas en mercados como Rusia, donde la salida de los grupos occidentales ha reducido la oferta, y donde los grupos chinos están logrando un alivio para sacar adelante su producción de coches gasolina.
Pero los analistas dudan del margen de beneficio de esos modelos, habitualmente de bajo coste, y también de la duración del escenario, que posiblemente vuelva a la normalidad cuando termine la guerra en Ucrania.
Las nuevas giga fabricas, la gran amenaza
Pero si hay algo que está afectando a las ventas de coches de combustión, es el incremento de las ventas de coches eléctricos.
Esto se está logrando entre otras razones, por las nuevas fábricas que utilizan la última tecnología, lo que permite sacar adelante producción con mayor velocidad y menor necesidad de empleados. Unas líneas altamente automatizadas, con enorme flexibilidad, que superan en rentabilidad a las fábricas tradicionales.
Un ejemplo es la planta que NIO tiene en Hefei. Una moderna instalación dotada de la última tecnología, capaz de sacar adelante diferentes modelos en las mismas líneas de fabricación, con diferentes configuraciones, y además con capacidad para entregar un coche a su propietario en tres semanas desde que es configurado. Una fábrica dotada de una capacidad de 300.000 unidades al año.
Un escenario que algunos expertos catalogan como «un canario en la jaula» que nos indica que China es un claro ejemplo de como será el mercado en occidente en pocos años, y donde las inversiones en fábricas de vehículos con motor de combustión tienen los años contados.
