La batería LFP ha emergido como una opción destacada en el panorama de las baterías de iones de litio, ofreciendo características distintivas que la diferencian de sus contrapartes.
El creciente interés en las baterías LFP se basa en un enfoque químico específico que le confiere ventajas significativas sobre otras variedades, como las tradicionales con cátodo de aleación de litio y cobalto o las denominadas NCM y NCA.
Esto ha llevado a su adopción cada vez más extendida, especialmente en el ámbito de los vehículos eléctricos. En este contexto, exploraremos detalladamente las características distintivas de las baterías LFP, así como sus ventajas y desventajas en comparación con otras tecnologías de baterías de iones de litio.
Qué es una batería LFP y cuáles son sus características
Una batería LFP, o batería de litio-ferrofosfato (Lithium Ferrum Phosphate), es un tipo de batería de iones de litio en la que el cátodo (el polo positivo) es de fosfato de hierro-litio.
Las baterías LFP tienen una serie de ventajas sobre otros tipos de baterías de iones de litio, incluidas las tradicionales con cátodo de aleación de litio y cobalto o las conocidas como NCM y NCA (cátodos de níquel, cobalto y manganeso o níquel, cobalto y aluminio respectivamente).
Ventajas y desventajas de una batería LFP
Las baterías LFP se están volviendo cada vez más populares para su uso en vehículos eléctricos, ya que ofrecen una combinación de seguridad, durabilidad y coste que las hace muy atractivas para este tipo de aplicaciones.
Algunas de las ventajas específicas de las baterías LFP incluyen:
- Seguridad mejorada: las baterías LFP son menos propensas a incendiarse o explotar que otras baterías de iones de litio. Esto se debe a la estructura de tipo olivino de los óxidos metálicos, que la hace más robusta y estable.
- Mayor durabilidad: las baterías LFP pueden soportar más ciclos de carga y descarga que otras baterías de iones de litio.
- Menor coste: las baterías LFP son más baratas de producir que otras baterías de iones de litio, ya que no necesitan minerales críticos como el cobalto, el manganeso o el níquel.
Las baterías tipo LFP también presentan algunas desventajas. Las principales guardan relación con el rendimiento:
- Densidad energética más baja: las baterías LFP tienen una densidad energética más baja que otras baterías de iones de litio, lo que significa que pueden almacenar menos energía por unidad de peso. Esto tiene que ver con lo mismo que las hace más seguras, la estructura tipo olivino de los óxidos metálicos. Son más estables, pero también limitan la movilidad de los iones de litio, reduciendo la densidad energética disponible.
- Menor potencia: las baterías LFP tienen una potencia más baja que otras baterías de iones de litio, lo que significa que pueden entregar menos energía en un período de tiempo determinado.
En cualquier caso, el interés de los fabricantes por este tipo de batería ha impulsado notablemente el desarrollo en los últimos tiempos, por lo que poco a poco el rendimiento de esta química se va equiparando al del resto de celdas de iones de litio.
Gracias a eso, las baterías LFP se utilizan en una variedad de aplicaciones, incluidos los vehículos eléctricos, los sistemas de almacenamiento de energía y la electrónica de consumo.
En el caso concreto de la industria automotriz, actualmente las baterías LFP son capaces de ofrecer densidades energéticas de alrededor de 160 Wh/kg, lo que se traduce en autonomías medias de entre 400 y 500 kilómetros en vehículos eléctricos de tamaño medio.
Esto, junto con un coste promedio entre un 15 y un 30 % inferior, ha hecho que cada vez sean más las marcas las que apuestan por esta tecnología.