
Quieren cobrar un impuesto por cada kilómetro si conduces un coche eléctrico
La reducción de ingresos por los impuestos a los carburantes es una amenaza para el coche eléctrico que puede verse perjudicado por la idea de algunos estados de añadir un impuesto por cada kilómetro recorrido. El último en valorar la idea es Reino Unido.

Durante años, los conductores de coches eléctricos han disfrutado de ventajas fiscales y subvenciones en buena parte de Europa. Pero esa etapa empieza a mostrar signos de agotamiento. Noruega eliminará la exención del IVA y muchos privilegios, y ahora Reino Unido puede convertirse pronto en uno de los primeros países en aplicar un impuesto específico por el uso de este tipo de vehículos.
Hasta ahora, el Gobierno británico había impulsado la transición hacia la movilidad eléctrica con incentivos económicos, exenciones en el impuesto de circulación y ventajas para los coches de empresa. Sin embargo, la pérdida de ingresos fiscales por la caída del consumo de carburantes empieza a pesar cada vez más. A medida que crece el número de coches eléctricos, disminuye la recaudación de la tasa sobre los combustibles y del impuesto de circulación tradicional.
La ministra de Finanzas, Rachel Reeves, planea introducir un nuevo modelo de tributación basado en los kilómetros recorridos. Según el diario británico The Telegraph, la propuesta, conocida como pay-per-mile tax, supondría un pago de unos 2,1 céntimos por kilómetro. O lo que es lo mismo, 2.1 euros cada 100 km. Una barbaridad que supone más que duplicar el coste de moverse en un coche eléctrico si lo cargamos en casa.

Si la medida entra en vigor en 2028, como se prevé, se aplicaría además de los impuestos ya existentes. El automóvil club británico AA estima que el coste medio anual para un conductor sería de unos 315 euros para aquellos conductores que recorran unos 15.000 km anuales.
El motivo principal de este nuevo impuesto es el éxito del coche eléctrico en el Reino Unido. Para 2028, se calcula que circularán por las carreteras británicas alrededor de 6 millones de estos vehículos. Un número que, si bien refleja el avance de la electrificación, también representa una fuerte caída en los ingresos públicos derivados de los impuestos a la gasolina y el gasóleo. Incluso los conductores de híbridos se verán afectados, aunque en menor medida, dado que estos modelos ya contribuyen a través del impuesto sobre los carburantes cuando usan el motor de combustión.
Algunos mercados mantienen ayudas, pero no por mucho tiempo

En Alemania, el Gobierno no contempla de momento introducir una tasa similar. Al contrario, mantiene su apuesta por incentivar la compra de coches eléctricos con una exención total del impuesto de circulación. Todos los modelos matriculados antes del 31 de diciembre de 2025 seguirán sin pagar dicho impuesto hasta finales de 2030. Esta medida está vigente desde 2011 y permite a los propietarios disfrutar de hasta diez años sin cargas fiscales.
Austria, en cambio, ya ha dado el paso. Desde abril de 2025, los coches eléctricos pagan un impuesto anual calculado según su peso y potencia. Hasta entonces, los conductores de eléctricos estaban exentos, lo que significaba que no contribuían al mantenimiento de las carreteras ni al desarrollo de la infraestructura de carga pública.
El nuevo modelo austriaco, aunque complejo, busca un equilibrio entre justicia fiscal y sostenibilidad. No se puede aplicar el mismo criterio que a los coches de combustión, ya que el nivel de emisiones depende del tipo de electricidad con que se cargue cada batería. Por eso, se ha optado por una fórmula que combina el peso y la potencia del vehículo.
Según datos publicados por medios austriacos, el importe anual varía mucho según el modelo:
- Volkswagen ID.3 Pro: 514 euros
- BMW i4: 530 euros
- Tesla Model Y: 950 euros
- Skoda Enyaq: 480 euros
- Hyundai Inster: 108 euros
- BMW i3: 170 euros
- Audi e-tron 55: 1.142 euros
- Dacia Spring: 66 euros
- BYD Seal: 813 euros
- Tesla Model 3: 732 euros

El sistema beneficia claramente a los coches más pequeños y ligeros, que pagan menos, mientras que los SUV más pesados o potentes soportan una carga mayor. Es un enfoque similar al que se aplica en los vehículos de combustión, donde los modelos con motores grandes o de alto consumo pagan más impuestos.
El debate sobre cómo equilibrar la transición energética con la sostenibilidad fiscal acaba de empezar. Lo que parece claro es que, a medida que el coche eléctrico deje de ser minoritario, los gobiernos europeos buscarán fórmulas para compensar la pérdida de recaudación que supone decir adiós a los combustibles fósiles.
Opinión
Un adiós a los combustibles en el transporte que traerá muchos beneficios que no son tenidos en cuenta por muchos políticos miopes. Por ejemplo, la menor dependencia energética de Europa, el impulso que supone el coche eléctrico a las energías renovables, así como la reducción de costes médicos por la menor tasa de emisiones que habrá en las ciudades según se electrifique el parque móvil. Algo en el fondo menor si lo comparamos con las miles de vidas que se salvarán por la menor contaminación.
Algo que nos indica que los impuestos como los que valora el Reino Unido no son otra cosa más que un intento por parte de la industria del petróleo para frenar la imparable electrificación.


