Esta semana se ha firmado un acuerdo histórico en el impulso a las energías renovables, pero también con un impacto en las cada vez más presentes baterías estacionarias. Un mega-proyecto que supondrá la instalación del mayor parque fotovoltaico del mundo que estará respaldado por una enorme instalación de almacenamiento.
Las cifras de esta iniciativa son espectaculares. La intención es que para cuando esté totalmente terminado, algo que se espera para el 2030, este proyecto cuente con una potencia instalada de 200 GW. Para los que no sepan si es mucho o es poco, podemos decir que en el mundo ahora mismo hay instalados unos 400 GW de energía fotovoltaica. O también podemos comparar esta cifra con los 390 GW instalados en centrales nucleares también en todo el planeta.
En total el proyecto contará con un presupuesto también a la altura de las circunstancias. Se estima que rematar por completo todo el parque supondrá una inversión de 200.000 millones de dólares. Una tercera parte del fondo soberano que maneja el gobierno saudí. El cuarto más grande del mundo.
Al invertir en energía solar, Arabia Saudita, el mayor exportador mundial de petróleo, podría reducir la cantidad de crudo que emplea actualmente para generar electricidad e incrementar sus exportaciones de barriles. Y es que a pesar de sus enormes recursos solares, el país árabe produce casi toda su electricidad quemando combustibles fósiles. Un movimiento que en la distancia nos recuerda al de Noruega incentivando el coche eléctrico, para usar ese petróleo también para la exportación.
La fase inicial del proyecto, con una capacidad de 7,2 GW de energía solar y costará 5.000 millones de dólares. Un proyecto que forma parte de una estrategia de diversificación de la economía, buscando invertir en nuevas tecnologías como las energías renovables, y que ayudará a la expansión comercial tanto de los propios paneles solares, como a las baterías de respaldo que encontrarán en este su mayor proyecto hasta el momento.
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Vía | Reuters
