Cuando el presidente del grupo Renault-Nissan, Carlos Ghosn, comentó en su momento que para el 2018 lanzarían su primer coche autónomo, muchos pensaron que estaba de farol.
Una tecnología que supone un cambio radical en nuestra forma de movernos, que estaba apenas a cuatro años de su puesta de largo comercial. Parecía demasiado bueno, y cuando algo parece demasiado bueno, es que es demasiado bueno.
La cuestión es que el propio Ghosn ha salido al paso con unas declaraciones donde retrasaba la fecha a la inicialmente prevista por la industria. Esto supone un salto de dos años, hasta el 2020. Momento en el que el coche capaz de conducirse con nuestra ayuda, llegará por fin al mercado.
Pero antes de su llegada, parte de su tecnología irá paulatinamente incorporándose a nuestros coches. Hoy en día ya hay modelos que incorporan las primeras fases de la conducción autónoma, como los sistemas de control de velocidad inteligentes, capaces de mantener la velocidad, y adaptarla según las condiciones del tráfico. También los sistemas de frenada automática, o los avisos de cambio de carril.
Pero sin duda la gran revolución será cuando el coche pueda no sólo mantener la velocidad, si no también realizar adelantamientos, mantenerse en su carril incluso en zonas de curvas, y en definitiva, tomar el control de vehículo.
Como ejemplo, el pasado año se presentó un Nissan LEAF capaz de moverse sin un humano al volante. Para demostrar su potencial, Nissan realizó una demostración hace unos días, recorriendo 13 kilómetros con una de estas unidades en medio del tráfico abierto en una carretera japonesa, y con unas condiciones climatológicas bastante adversas.
En 2020 la tecnología estará lista para su llegada al mercado. Ahora queda por saber cuando lo estará el cliente.
