Realmente la capital francesa ha pasado a la acción después de las alarmas que el pasado año saltaron por los elevadísimos niveles de contaminación en el centro de la ciudad. Una contaminación procedente en su mayor parte de motores diésel, y sus peligrosas partículas.
Aquel marzo de 2014 será recordado durante muchos años, ya que puso la primera piedra de la expulsión de los coches con motor de combustión de la ciudad.
Este verano se espera entre en funcionamiento una agresiva normativa promovida desde la oficina de la alcaldesa, Anne Hidalgo, que supone la prohibición de entrada y circulación de coches con motor diésel o gasolina fabricados antes del año 1996, camiones registrados antes de 1997, y vehículos comerciales y buses de antes del año 2001.
El objetivo es que para 2020, no existan coches registrados más allá de 2011 en las calles de París.
Esta medida llega acompañada por la ayuda de hasta 10.000 euros que el gobierno ofrece a los propietarios que sustituyan su viejo diésel por un coche eléctrico. Un programa que vivirá un fuerte impulso con la llegada del nuevo paquete de medidas destinadas a la reducción de las emisiones en París.
Unas medidas para algunos radicales, poco atractivas a nivel electoral, pero que persiguen reducir un problema mucho más allá del estético, que cada año cuesta la vida a miles y miles de personas en Europa.
Vía | Autocar
