Realmente la capital francesa ha pasado a la acción después de las alarmas que el pasado año saltaron por los elevadísimos niveles de contaminación en el centro de la ciudad. Una contaminación procedente en su mayor parte de motores diésel, y sus peligrosas partículas.
Aquel marzo de 2014 será recordado durante muchos años, ya que puso la primera piedra de la expulsión de los coches con motor de combustión de la ciudad.