Una de las quejas más habituales de los propietarios del Model X era que muchas veces las puertas traseras se quedaban a medio abrir. Esto resulta una pequeña incomodidad que desde el fabricante norteamericano ha indicado se trata de una respuesta algo exagerada del sensor que controla que la puerta no se choque contra por ejemplo, un techo bajo en un garaje.
Un «efecto fantasma» que suponía que incluso sin objetos cercanos, las puertas paraban su operación y se quedaban a medio camino. Todo un engorro para los usuarios.
Ahora desde Tesla se ha dado una rápida solución. Se ha rebajado la sensibilidad de las puertas para evitar que cualquier sombra pueda darle un susto al sistema. El problema para el fabricante es que parece sufrir el efecto de la manta corta. Que si tiras, te destapas los pies, y si no, destapas medio cuerpo.
Esto quiere decir que con menor sensibilidad por parte de los sensores que se ocupan de que no pase nada con el mecanismo, se ha incrementado el riesgo a que las bisagras puedan impactar contra una mano o un brazo colocados en la trayectoria de las bisagras.
Para demostrarlo de una forma gráfica, un usuario ha realizado un par de vídeos donde nos muestra como la puerta secciona un pepino sin mayores problemas. No es un objeto precisamente complicado de seccionar la verdad. En la segunda prueba utiliza un medidor de presión, que muestra que la puerta puede llegar a realizar una presión de hasta 30 kilos antes de detenerse y abortar el cierre.
Está claro que el peligro de que una puerta nos de un susto no hay forma de evitarlo al 100%. Pero en este caso da la impresión de que Tesla queriendo remendar un problema, ha creado otro. Nada que no se pueda evitar con un mínimo de cuidado, como no meter las manos en la trayectoria cuando el coche está cerrando sus puertas.
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Vídeo | Youtube 1 y 2
