En los últimos meses estamos viendo grandes planes para transformar el sector del coche particular, dejando atrás los sistemas de combustión, y abrazando a los eléctricos. Una fórmula que esperan sirva para reducir las emisiones contaminantes, y cumplir con los objetivos de París. Pero según los expertos, esto no se logrará si no se atiende también a la adaptación del sector del transporte por carretera.
Y es que un dato vale más que mil palabras. En Europa los vehículos industriales apenas representan el 5% de la flota. Pero en cambio suponen el 20% de las emisiones. Algo que significa un aviso alto y claro de que además de cambiar nuestros coches, también hay que dar el salto en los industriales.
La cuestión es que cada día es más barato dar el paso a un modelo eléctrico. Además de las importantes ayudas que dan algunos gobiernos, hay que añadir el descenso en el coste de componentes como las baterías. Algo que permitirá reducir el coste de la inversión en un vehículo que además de menores emisiones, también ofrecerá un importante nivel de ahorro en costes operativos a las empresas.
Según la Agencia Internacional de la Energia, en el mundo hay unos 300 millones de vehículos comerciales. Y uno de los retos para lograr conseguir que la temperatura del planeta no suba más de 2 grados, está en lograr sustituir a la mayor cantidad posible de estos modelos con eléctricos.
Hay muchos ejemplos que invitan al optimismo. Por ejemplo, el de la empresa de transporte alemana Deutsche Post, que cansada de esperar por un modelo que cumpliese sus necesidades, se lanzaron al diseño de su propio modelo. Algo que ha supuesto todo un terremoto publicitario en uno de los estados más centrados en la fabricación de coches.
El listado de fabricantes con proyectos eléctricos dentro del sector del transporte es cada vez más larga. Desde nombres como Nissan, con su furgoneta eléctrica e-NV200, hasta Renault, Mercedes, Scania, Man, e incluso nuevos protagonistas, como BYD, Tesla o Nikola Motors.
Un sector que está creciendo, pero al que le falta un plus de confianza por parte de los operadores, y también, un empujón por parte de las autoridades anunciando prohibiciones de acceso a las zonas urbanas a medio o largo plazo.
