Cuando una persona prueba un coche eléctrico, normalmente la experiencia supera con creces las expectativas en aspectos como la suavidad, la aceleración, y la diversión al volante. Si a esto añadimos que las autonomías no paran de crecer, y que la re de recarga aunque lentamente también se incrementa, entonces ¿por qué no hay una explosión de ventas de coches eléctricos?.
La explicación más rápida es el precio. Se puede hacer una comparación con lo sucedido en el mundo de la informática en los años 80, cuando los primeros ordenadores portátiles, como el lanzado por la canadiense Hyperion, costaba unos 5.000 dólares. Unos 11.000 dólares en la actualidad. Un coste que suponía pequeñas ventas principalmente a fanáticos de la tecnología, y a profesionales con elevado poder adquisitivo. Algo que seguro que nos suena.
Pero en los inicios de los años 90, Compaq cambió de estrategia y decidió atacar el mercado reduciendo costes de todas las formas posibles y acumulando un importante inventario para acelerar la economía de escala esperando que los precios más económicos disparasen la demanda. Y así sucedió. Pusieron en el mercado el Presario. Un modelo con un coste de unos 1.400 dólares que hizo que los consumidores se lanzasen a la carrera a las tiendas para hacerse con una unidad. Algo que provocó que la pequeña y casi desconocida Compaq adelantase a gigantes como IBM o Apple.
Para muchos expertos, el caso del coche eléctrico y la evolución de la informática tienen grandes parecidos. La tecnología se está desarrollando hasta un nivel que cubre sin problemas las necesidades de una parte muy importante del mercado, pero todavía le falta superar el problema de los elevados costes.
Algo que parece camino de solucionarse, al menos a la vista de que cada vez más y más fabricantes están apostando por esta tecnología. A los pioneros Nissan, Tesla, Renault o Mitsubishi, se están sumando nuevas marcas con un enorme potencial económico, industrial y publicitario. Podemos recordar los últimos casos como el de Ford, que ha creado el Equipo Edison, que tiene como único trabajo lanzar coches eléctricos. También los anuncios como los de Volvo, que a partir de 2019 no lanzará más coches dotados sólo con motor de combustión, centrando todo su esfuerzo en modelos híbridos y eléctricos.
Entonces la pregunta es: ¿cuándo se producirá el efecto Compaq en el sector del coche eléctrico?. Esa es la gran pregunta. Sin duda los próximos dos años serán clave. Entre 2018 y 2020 se darán la mano dos factores que determinarán el futuro del sector.
Uno será el incremento de oferta por parte de cada vez más fabricantes. No sólo habrá más marcas, sino que estas cubrirán más segmentos. Desde urbanos y compactos, los principales protagonistas de esta primera generación, hasta berlinas y todocaminos. También veremos furgonetas, monovolúmenes, e incluso camiones eléctricos.
El otro factor clave será el aumento de la producción de baterías. El punto clave que permitirá bajar el precio de un elemento que ocupa entre un 30 y un 40% del coste total del vehículo. La puesta en marcha de nuevas instalaciones permitirá llevar la capacidad anual a cifras hasta hace pocos años impensables. Cientos de GWh al año que harán que el coste baje de forma drástica, y logre que el kWh baje de los 100 dólares. Cifra que para los expertos marcará el punto de inflexión del coche eléctrico.
Algo que debería suceder como decimos, en torno al año mágico, 2020, cuando prácticamente todas las marcas tengan un coche eléctrico en su oferta, y las ventas se multipliquen año tras año hasta lograr igualar y superar a los modelos con motor de combustión.
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