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¿Es demasiado ambiciosa la Ley de Cambio Climático y Transición Energética?

El gobierno de España presentó hace poco un borrador de su ambiciosa Ley de Cambio Climático y Transición Energética, con la cual se busca adaptar el país a los nuevos tiempos mediante la promoción de las energías renovables y los medios de transporte sostenible. Uno de los puntos más polémicos de este borrador era la prohibición de vender vehículos térmicos (gasolina, diésel e híbridos) a partir de 2040, prohibiéndose su circulación para 2050.

Sin embargo, muchos opinan que esta iniciativa creada a imagen y semejanza de otros países de la Unión Europea es demasiado ambiciosa, pues la industria automovilística de España podría no estar preparada para una transformación tan radical en apenas 22 años: la cuota de ventas de coches eléctricos en el país es muy inferior a la de países como Francia o Alemania; además, el aumento en el precio de los combustibles podría traer protestas masivas como las que están ocurriendo en Francia o Bélgica en los últimos días.

Representantes de la industria automotriz española enfatizan que forzar la eliminación de los combustibles tradicionales podría tener como consecuencia directa un aumento del desempleo (recordemos que España es a día de hoy el segundo mayor productor de automóviles de la Unión Europea por detrás de Alemania, y el octavo a nivel global), algo peligroso si tenemos en cuenta que el 10% del PIB del país proviene de dicha industria.

De acuerdo con ANFAC (Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones), el 9% de la fuerza laboral activa de España depende de la industria automotriz, ya sea de forma directa o indirecta, por lo que la transición al coche eléctrico podría conducir a despidos masivos, pues su fabricación requiere de una mano de obra inferior al tener menos piezas. De acuerdo con la asociación, fabricar un 25% de coches eléctricos podría implicar una reducción del 11% de los empleos de la industria automotriz española.

A esto se une el problema de que al contrario de lo que ocurre en Francia o Alemania, en España la industria automovilística depende por completo de empresas extranjeras: Renault, PSA (Peugeot-Citroën-Opel), Ford, Nissan, VAG (Volkswagen-Audi-SEAT), Mercedes-Benz…

Sin embargo, todas estas voces alarmistas están olvidando un factor fundamental: la transición al coche eléctrico tendrá lugar independientemente de si España de forma individual decide apostar por ella o no. Por lo tanto, la mejor baza que a día de hoy podemos jugar es la de adaptarnos lo más rápidamente posible a la nueva realidad del mercado antes de que las ventas de coches térmicos comiencen a caer en el resto del mundo, lo que significaría que las fábricas españolas perderían competitividad en caso de no haber apostado a tiempo por la movilidad eléctrica.

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