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Los fabricantes europeos tiemblan ante la propuesta de la UE de endurecer todavía más los objetivos de emisiones de los vehículos

En 2020 entrará en vigor una normativa europea que obligará a los fabricantes a reducir las emisiones de sus gamas hasta una cifra de 95 gramos de CO2 por kilómetro. Una cifra ya de por si complicada de alcanzar para algunas marcas en un mercado que en 2018 ha promediado 120.4 gramos por km, y que tendrá que mejorar hasta los 60 gramos por km en 2030. Pero ahora desde la UE se ha propuesto que en 2021 se vuelvan a revisar los objetivos y se endurezcan todavía más las cifras adelantando las fechas.

Al calor de la Cumbre del Clima de Madrid, la Comisión Europea propondrá revisar antes de junio de 2021 la legislación sobre normas de emisiones de CO2 para automóviles y furgonetas dentro del proyecto «Green Deal». Todo para garantizar un camino claro a partir de 2025 hacia la movilidad sin emisiones.

La Comisión Europea presentó el miércoles su hoja de ruta a largo plazo para lograr la neutralidad de emisiones en la UE. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha puesto la acción climática en lo más alto de su agenda legislativa durante los próximos cinco años. Según la Sra Leyen: «La Comisión se ha propuesto dentro de su mandato proponer un nuevo objetivo, pero cualquier paso de este tipo vendría con la evaluación de impacto económico requerida y requeriría la aprobación del Parlamento de la UE y el Consejo de la UE para entrar en legislación».

De momento estas nuevas normativas tendrían que pasar por la aprobación del Parlamento, pero de hacerse efectivas en alguna de sus formas, incluso en una versión descafeinada, sin duda obligará a los fabricantes a invertir aún más en electrificar sus gamas para evitar las multas de la UE. Algo que algunos grupos ya tienen difícil evitar con la normativa actual, y que verían agravarse su posición ante cualquier cambio.

Y es que según la propia UE, el transporte supone una quinta parte del total de emisiones contaminantes en Europa, lo que supone que sea uno de los pilares de la lucha contra la contaminación y el cambio climático. Un apartado donde Europa está tomando la delantera a nivel mundial en cuanto a crecimiento por culpa del pinchazo de China y el bajón de Estados Unidos.

Por supuesto la industria alemana se ha posicionado en contra de estos cambios y desde el poderoso lobby VDA se ha indicado que estas medidas suponen un riesgo para el sector del automóvil alemán, después de aceptar el pasado año los actuales objetivos. Más duro ha sido Carlos Tavares, presidente de PSA, que ha indicado que estos esfuerzos ponen en peligro la industria y los trabajos de las fábricas europeas, y que medidas más exigentes incluso atentan contra la libertad de movilidad de los usuarios.

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