La red europea de carga rápida IONITY, ha confirmado esta semana la apertura de hasta cinco nuevas estaciones en una dinámica que busca recuperar el tiempo perdido por el impacto de la crisis sanitaria. Una expansión que ha permitido abrir nuevos espacios que permitirán a los conductores moverse de una forma más cómoda gracias a la mayor cantidad de posibilidades donde cargar. Pero el despliegue también se caracteriza por su irregularidad, con una gran densidad en el centro y norte de Europa, abandonando totalmente el sur.
Las nuevas estaciones se sitúan en lugares como Gervrey Chambertin, en Francia, la ruta que conecta Blackburn y Manchester, la unión entre Londres y Peterborought a la altura de Baldock, Reino Unido, Montecchio Maggiore, Italia, y en Klett, Noruega. Aperturas a las que podemos sumar la realizada la semana pasada en Martigny, Suiza.
En total seis nuevas estaciones que llevan en total en funcionamiento hasta las 257, mientras que en obras o pendientes de activación son otras 45. Algo que deja muy lejos el objetivo de conseguir llegar a las 400 estaciones activas a finales de 2020.
Pero lo más llamativo es que el despliegue está dejando para el final a España. En nuestro país apenas hay tres estaciones en marcha después de la activación de la estación de Ariza el pasado mes de junio que se ha sumado a las de Palleja y Puerto Lumbreras.
Una cifra que podemos comparar con las 10 que hay en funcionamiento en Suiza. Una comparación llamativa debido al pequeño tamaño del país centroeuropeo y que resulta más chocante cuando vemos que hablamos de una iniciativa que ha recibido 39.1 millones de euros de ayudas del programa de la Unión Europea «Connecting Europe Facility for Transport» que ha supuesto el 20% del coste total de la red.
Un presupuesto en el que países como Suiza no han contribuido y que contribuyen al malestar en lugares como España, o nuestros vecinos de Portugal, que incluso están peores que nosotros con cero estaciones abiertas y que posiblemente tengan que esperar a que la red tenga una cierta densidad en nuestro país.
Un despliegue de las redes de recarga tremendamente desigual, que atiende a factores como la densidad de ventas de coches eléctricos, pero algo que los fondos europeos deberían ayuda a democratizar algo para evitar masificaciones como las que vemos en Suiza o en Países Bajos, y amplios desiertos en el sur de Europa.
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