
Europa quiere acabar con los coches de combustión en grandes empresas y obligará a los países a cumplir cuotas
De entre las medidas anunciadas por la Comisión Europea este 16 de diciembre, quizás ha pasado más desapercibida la que obligará a los estados miembros de la UE a la electrificación de los coches corporativos en grandes empresas.

Como ya deberías de saber, la Comisión Europea modificó sus planes de cara al 2035, abriendo el abanico de posibilidades para que los motores de combustión se sigan vendiendo en nuestra región a partir de esa fecha. Hubo más medidas anunciadas, como la creación de una nueva subcategoría llamada M1E, lo que antes llamábamos E-Cars. Pero hay todavía más.
Europa quiere meter mano también en uno de los sectores del mercado más importantes, la de los coches de empresa. Un sector que, como os comentamos recientemente, todavía recibe enormes incentivos en el Viejo Continente en favor de los vehículos con motor térmico, especialmente los SUV. Un problema importante, ya que estos incentivos acaban costando a los contribuyentes europeos 42.000 millones de euros al año.
Dado que las matriculaciones de coches corporativos, o de empresa, representan en torno a un 60% en el mercado de turismos y un 90% en el de las furgonetas, Europa ha propuesto un reglamento para establecer objetivos obligatorios a todos los países. Estas metas deberían impulsar la compra de «vehículos de cero emisiones y de bajas emisiones» por parte de las «grandes empresas».

Ponemos estos entrecomillados porque son parte importante de la propuesta de la Comisión, a la espera de que se definan los detalles más concretos. Por un lado, está claro que se apoyará la matriculación de coches eléctricos y de hidrógeno (cero emisiones), y se entiende que los híbridos enchufables y EREV (de bajas emisiones) también estarán incluidos en la ecuación. Y veremos qué otras tecnologías se terminan incorporando a este reglamento, como la polémica que sigue vigente en torno al uso de combustibles sintéticos y biocombustibles.
Europa exigirá a los estados miembros a que las matriculaciones de estos vehículos alcancen una «proporción específica» a partir del 2030, teniendo cada país sus objetivos específicos en función de las «diferencias en la madurez del mercado y las circunstancias nacionales». Esto tiene también un efecto directo para los particulares, ya que la obligación de compra de coches eléctricos y de bajas emisiones incrementará su presencia en el mercado de segunda mano una vez que sus contratos finalicen.
Será también un requisito indispensable que estos vehículos cuenten con ayudas e incentivos públicos, y que no se ofrezca ningún tipo de incentivo para la «compra, arrendamiento, alquiler, compra a plazos o explotación» de los vehículos que no entren bajo estas exigencias. Traducción: se prohibirán las ayudas a la compra de coches de empresa con motores de gasolina y diésel, y aquellos que no estén fabricados en la UE. Sí, estos vehículos deberán tener además la «certificación Made in the EU».
Y como os decíamos antes, estas medidas van destinadas a lo que Europa llama «grandes empresas» en su directiva. Por “empresa grande” se considera aquella que, al cierre de un ejercicio, supere al menos dos de estos tres límites: que su balance total sea superior a 20 millones de euros, que su cifra de negocio tenga un importe neto superior a 40 millones de euros y que el número medio de empleados durante el ejercicio sea de 250 o más.



