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La economía del hidrógeno, un beneficio para las petroleras

Muchas veces hemos oído hablar de los beneficios de la economía del hidrógeno. Se presenta como una alternativa verde para el transporte. Un combustible que no emite emisiones de dióxido de carbono (CO2) y que se puede producir de forma limpia. Sin embargo, su eficiencia es muy inferior a la que podría esperarse. Y queda muy por debajo de los vehículos eléctricos de batería. Pero este nuevo elemento beneficiaría a las empresas petroleras y petroquímicas que lo fabrican. Y es probable que no quieran perder su poder en el mercado si, a largo plazo, el diésel y la gasolina pasan a mejor vida.

Está claro que el hidrógeno tiene muchos pros a su favor. El primero de ellos es que permite circular con automóviles y solo emitir agua. Una gran ventaja frente a los combustibles fósiles actuales. Eso está claro. Otro de sus beneficios es su rapidez de carga. Un vehículo solo necesita tres minutos para llenar sus tanques de hidrógeno. Tiempo similar a repostar gasolina, pero muy inferior a cargar una batería de un coche eléctrico, que necesita horas.

Pero lo que no se cuenta de la economía del hidrógeno es su baja eficiencia a la hora de producirlo. Para obtener este elemento de forma limpia, es necesario utilizar energía verde. Es decir, que provenga del viento, del sol o de alguna central hidroeléctrica, por ejemplo. Esto conlleva una pérdida cercana a un 50% de dicha energía, lo cual disminuye su eficiencia.

Y por si no fuese poco, luego este hidrógeno se utiliza para obtener de nuevo electricidad, y así propulsar los motores de los coches, dejándose por el camino otro 25%. Es decir, de toda la energía verde que se generó, al final de todo el proceso se ha recuperado apenas una cuarta parte. O lo que es lo mismo, se ha perdido un 75% de la electricidad a través de todo este tratamiento que supone enormes costes. Esto hace que el hidrógeno verde, en la actualidad, no sea rentable.

La economía del hidrógeno, no para todos

No obstante, la economía del hidrógeno en la actualidad está vista como una manera de almacenar la electricidad verde que se produce y que en ocasiones se desecha porque no se utiliza. Cabe recordar que la electricidad tiene que ser utilizada cuando se produce, porque es muy difícil de almacenar. Por ello, el hidrógeno se vende como una solución para mantenerla y usarla cuando sea necesaria.

A pesar de las grandes ventajas que tendría la economía del hidrógeno, un coche con este combustible solo beneficiaría a las petroleras. Ellas podrían mantener su actividad y pasar a vender este combustible en vez de gasolina o diésel.

Aunque algunas empresas automovilísticas han invertido grandes cantidades de dinero en el desarrollo de esta tecnología, otras han negado que el hidrógeno sea la opción correcta para los coches. La última en alzar la voz fue Volkswagen.

El consejero delegado del grupo alemán, Herbert Diess, señaló a través de la red social Twitter que se ha demostrado que el coche de hidrógeno «no es la solución». Para él, la electrificación se ha establecido como la opción correcta para los automóviles. Por ello, ha lamentado que este debate es «una pérdida de tiempo» y ha reivindicado que hay que «escuchar a la ciencia».

Fuente | Treehugger

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