Una de las principales preocupaciones del comprador o propietario de un coche eléctrico, es saber la duración o degradación que tendrá la batería de su vehículo. Un aspecto crucial que dependerá de muchos factores y que vamos a repasar en este artículo.
La degradación de una batería puede tener diferentes frentes. Una es la temperatura ambiente en el que se mueva el vehículo. Y es que el calor es el gran enemigo de la vida de una celda, mientras que el frío es el enemigo de la autonomía.
En este aspecto entra en juego el sistema de refrigeración de dicha batería. Algo de lo que depende de cada modelo. Hay modelos sin ninguna refrigeración, otros con un sistema por aire forzado, y los que tienen un sistema de refrigeración por líquido, que suele ser el más efectivo. Aunque también entra en juego la propia química y robustez de cada celda, con unas características según el fabricante.
¿Cuál es el mejor sistema? Podéis echar un vistazo a un artículo que hemos publicado hace un tiempo donde lo repasamos en más profundidad: ¿Cuál es el mejor sistema de refrigeración para las baterías de un coche eléctrico?
También entran en juego aspectos como el trato de dicha batería. El abc del usuario de un vehículo eléctrico indica que no se debe dejar bajar la carga por debajo del 20%. Esa la norma número uno. Por supuesto, podremos bajar sin grandes problemas siempre y cuando vayamos a recuperar esa capacidad en breve. Cuanto más tardemos en regresar a un nivel óptimo, menos daño haremos a la celda. Tampoco aunque en menor medida, debemos cargarla al 100%. De nuevo, no pasa nada si cargamos la 100% e iniciamos un recorrido que en pocos minutos permita consumir parte de esa capacidad. Pero no debemos dejar el coche al 100% durante largos periodos de tiempo.
Para hacernos una idea algo más general, la compañía Geotab ha realizado recientemente un informe que recoge datos de un total de 6.300 vehículos eléctricos, lo que le ha permitido determinar la degradación media de los packs y los factores que más influyen en ella: aparentemente, las baterías de los coches eléctricos tienden a perder actualmente un 2,3% de capacidad al año, si bien la pérdida no es nunca lineal (es estable durante los tres o cuatro primeros años, y se acelera después).
Sin embargo, Geotab hace ver que hay grandes diferencias de un modelo a otro, pues un Nissan LEAF experimenta una degradación media del 11,6% en tres años, frente al 5,7% de un Tesla Model S. En este caso, los malos resultados del Nissan se deben a que es uno de los pocos coches eléctricos del mercado sin refrigeración en sus baterías. Uno de los modelos con menor degradación es el KIA Soul EV, con un 2% de pérdida en 30 meses. De nuevo, un modelo con refrigeración líquida.
Un dato interesante es que los híbridos enchufables se degradan muy poco por regla general, algo debido a su baja potencia de carga (y probablemente también a que muchos usuarios no tienden a cargar con demasiada asiduidad este tipo de vehículos): en dos años y medio, un Toyota Prius PHEV apenas pierde el 3,3% de la capacidad de su batería, mientras que el Audi A3 e-tron no llega ni al 1%.
Geotab hace hincapié en que la carga rápida en corriente continua afecta de lleno a la degradación de una batería: el uso de la carga rápida más de tres veces al mes tiene como resultado una degradación cinco veces mayor. Así, sin cargas rápidas una batería pierde menos del 2% de su capacidad en cinco años, frente a más del 10% con cargas rápidas regulares. Con cargas rápidas moderadas (de una a tres veces al mes) la degradación supera el 8%.
Aparentemente, el kilometraje tiene poco efecto sobre la degradación de una batería, pues no hay diferencias significativas entre los vehículos que recorren menos de 8.000 km al año y los que superan los 25.000 km. Con todo, no debemos olvidar que actualmente se están desarrollando baterías mucho más capaces y con una resistencia a la degradación superior; además, las baterías de electrolito sólido permitirán acceder a cargas rápidas de forma continua sin que ello comprometa la integridad del pack.