El país nórdico se ha convertido en un modelo a seguir por su alta cuota de coches eléctricos en el mercado de turismos, pero eso no se puede explicar sin más de 25 años de medidas que los han estado incentivando, desde cuando la demanda era casi inexistente. Hoy día, la necesidad de tal nivel de ayudas se cuestiona.
Jon-Ivar Nygård, el ministro de Transporte de Noruega, dijo en la televisión NRK el pasado martes que las ayudas pueden retirarse, y la causa es clara: se está viendo perjudicado tanto el transporte público como los ingresos a cuenta de impuestos y peajes. Comprar un coche convencional en Noruega suele ser más caro que su equivalente eléctrico tanto en la compra como en el uso.
Tantas facilidades están implicando que aumente el tráfico de vehículos privados en los grandes núcleos urbanos, que el transporte público pierda ingresos, y que la recaudación por peajes caiga. Estos efectos, más intensos desde que empezó la pandemia, son la principal razón por la que el Gobierno de Noruega se plantea retirar ayudas como ya hizo con los híbridos enchufables.
Consecuentemente, las ventas de híbridos enchufables bajan y la de eléctricos suben, aunque esto iba a acabar ocurriendo igualmente por el aumento de las capacidades de las baterías y la posibilidad de recuperar más autonomía en poco tiempo con cargadores de alta potencia. Retirar ayudas también impactaría en el ritmo natural de matriculación de vehículos eléctricos.
En los últimos años algunos incentivos se han reducido o desaparecido, pero siguen siendo «un chollo» en un país con elevado coste de vida -y muy altos salarios-
Christina Bu -a la derecha en la imagen superior-, de la Asociación Noruega de Automóviles Eléctricos (Elbilforeningen), está en contra. Aparte de por lo obvio, recordó que el 80% del parque noruego funciona con combustibles fósiles y que no hay que terminar con políticas que benefician al medio ambiente, dada la sustitución de coches de combustión por los eléctricos.
Noruega va de cabeza hasta la retirada de los coches gasolina y diésel en los años venideros. Si se retiran las ayudas, o si son menos atractivas, la sustitución del parque solo se va a ralentizar, pero no parará. Las políticas pueden variar la velocidad de fenómenos que son inevitables. En este caso, se trata de ponderar el medio ambiente, la movilidad, la pacificación del tráfico (más peatonalización, bicicletas, patinetes…) y la recaudación.
Veamos algunos datos para entenderlo mejor. El peaje de la ciudad de Bergen es de 4 coronas con coches eléctricos (0,40 euros al cambio) y de 26 coronas con los diésel (2,59 euros al cambio). Solo en esa ciudad se calcula una pérdida de ingresos en 2037 de 8.000 millones de coronas, casi 800 millones de euros, si no aumentan los peajes para los eléctricos y su número sigue aumentando.
Vía | NRK