La ciudad de Estocolmo es un archipiélago formado por 14 islas y 57 puentes que interconectan los diferentes barrios. En la conocida como Venecia del Norte, el agua es un elemento omnipresente y con una flota estimada de 756.000 embarcaciones de recreo para 975.000 habitantes, no es ninguna sorpresa que el sector de la navegación recreativa sea uno de los más importantes del mundo.
Igual que en las grandes urbes, el tráfico supone un gran coste medioambiental, en Estocolmo el tráfico de las embarcaciones plantean un problema similar. El ruido del motor perturba la fauna silvestre, las olas generadas por los barcos dañan el fondo del mar y el uso de las embarcaciones de recreo solo en la capital sueca suponen el 25% de las emisiones de CO₂ de todo el transporte marítimo sueco.
Para atajar estos problemas, Gustav Hasselskog fundó Candela en 2104. Desde entonces ha diseñado hidroalas puramente eléctricos para el mercado sueco. La compañía ha vendido más de 100 unidades de su último modelo C-8, un coqueto bote de recreo de 28 pies (8,5 metros) desde que lo puso a la venta en agosto del 2021.
Los hidroalas tienen estructuras similares a alas unidas a la parte inferior del casco. A medida que las embarcaciones ganan velocidad, estas «alas» las elevan fuera del agua, lo que reduce la fricción y la estela, lo que les permite ir más rápido y aumenta la eficiencia de la batería. Fabricado con fibra de carbono compuesto, el casco es ultraligero, esencial para hacer que el barco «vuele» sobre el agua.
Las grandes ventajas que aportan los hidroalas eléctricos al incorporarlos al transporte público marítimo
Ahora su próximo objetivo consiste en poner en circulación hidroalas eléctricos que funcionen como taxis acuáticos y transbordadores. Su primera propuesta es un ferry de pasajeros, el P-12 con 30 asientos, que empezará a probarse el próximo año en rutas de cercanías en Estocolmo. Las ventajas de incluir este tipo de embarcaciones eléctricas a las rutas de ferry existentes son varias. En primer lugar, La polución acústica es mucho menor y las emisiones de CO₂ se reducirían a cero.
Además, debido a que los hidroalas casi no crean estela, disfrutan de una exención del límite de velocidad que les permite alcanzar velocidades de hasta 30 nudos (56 km/h) en las vías navegables del centro de la ciudad. Las embarcaciones tradicionales, por el contrario, tienen la velocidad limitada a los 12 nudos (22 km/h). Debido a esta diferencia, los hidroalas podrían reducir los tiempos de viaje a la mitad, además de reducir el daño a la vida silvestre y el fondo marino. A su vez, unos viajes más rápidos en ferry podrían desviar a los viajeros del transporte terrestre, reduciendo el tráfico, la congestión y la contaminación provocada por los automóviles.
El único problema al que se enfrenta es la necesidad de una infraestructura de carga más desarrollada para las embarcaciones, pero su ritmo de crecimiento es muy rápido, según Gustav Hemming, Consejero Regional de Transporte Acuático en Estocolmo que apoya este proyecto desde el primer momento.
Los planes de crecimiento de Candela para ofrecer embarcaciones eléctricas asequibles
Para asegurar su futuro, Candela dice haber conseguido 32 millones de euros a través de dos rondas de financiación. Con un importe de 300.000 euros, el barco de recreo C-8 se sitúa en los precios de mercado de los barcos de lujo. A pesar de ello, además de las 100 unidades ya vendidas, tiene reservadas otras 200 y su futuro ferry de pasajeros P-12 tiene varios pedidos en su vecina Noruega.
Con esta inyección económica su objetivo inmediato es aumentar la producción para satisfacer esta demanda. La empresa se reubicará en unas nuevas instalaciones 4 veces más grandes y aumentará su personal de 30 a 100 trabajadores. Debido a que gran parte del trabajo se realiza a mano, Candela está explorando formas de incorporar la automatización a sus procesos de fabricación. Esto permitiría reducir el precio de los futuros modelos y poder ser una alternativa económicamente viable al lado de los barcos con motor de combustión.