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Los cargadores inteligentes reducen la necesidad de sistemas V2G

Tan pronto como entendemos lo fundamental del sistema eléctrico, resulta obvio que las cargas lentas y habituales no tienen por qué empezar en el mismo instante que se enchufa un coche eléctrico a la red. Con un número suficiente de coches eléctricos en circulación puede haber puntuales sobrecargas del sistema eléctrico que implican gasto extra en energías fósiles de respaldo.

Para evitar ese problema hay que introducir el concepto de recarga inteligente, empleando cargadores especiales que están conectados a la red eléctrica a través de datos. Estos datos permiten dilucidar cuándo es buen momento para cargar, ya sea por razones económicas (para cargar a menor precio) o para mejorar la estabilidad de la red.

Con este paradigma se consigue el máximo beneficio económico tanto para los consumidores, que cargan al mejor precio, como para los productores, ya que se aplana la curva de la demanda en los mínimos y se reduce el desperdicio de generación renovable. De hecho, si esto se hace bien, se elimina la necesidad de sistemas V2G o similares, es decir, con cargadores reversibles.

Los usuarios de plazas de garaje o con vehículos no programables se ahorran paseos para conectar el coche a la mejor hora, todo queda automatizado, independientemente de la hora a la que se enchufa el coche

El sistema V2G permite que los coches recarguen con la máxima ventaja en precio y que viertan de vuelta a la red los excedentes de carga a cambio de una remuneración, por lo que el parque móvil V2G actúa de megabatería virtual de respaldo. Sin embargo, hay pegas importantes para el usuario y que deben ser consideradas.

La primera es que la capacidad V2G puede suponer un coste superior, dado que hacen falta más componentes en el vehículo. Esos componetes añaden peso. Por otro lado, hay que considerar la degradación extra de las baterías, que empeora cuanto más cargadas están, ya que los voltajes de las celdas son más altos. Aunque esto se pueda configurar, el problema está ahí, las baterías «acumulan más kilómetros» que el coche.

Dicho esto, tiene sentido delegar más en cargadores inteligentes que en cargadores V2G y coches compatibles. Cuando la red tenga poco estrés y los precios sean más bajos, se aprovecha para recargar, y cuando no, simplemente se espera. Si la tarificación va por horas -o tramos inferiores- se puede hilar más fino que con tarifas planas de carga nocturna.

Es más, los cargadores inteligentes pueden aprovechar también horarios diurnos de forma eficiente. Ocurre a veces que las energías renovables tienen excedentes de producción de día, sobre todo si la eólica y solar producen mucho, así que los coches eléctricos pueden tomar el excedente a precios bajos. Se han dado momentos en los que el coste de la energía eran próximos a cero, y pocas cosas hay más baratas que recargar casi gratis.

Este planteamiento no es válido para las recargas en un viaje o en un depósito de vehículos de una empresa, donde se prioriza la recarga venga bien o mal a la red. En cambio, es la mejor solución para quien tendrá el coche parado durante horas. Según el caso, puede ser más beneficioso tener un cargador de cierta potencia (como 7,2 u 11 kW) que solo funcione unas pocas horas, a tener un cargador lento que está más tiempo tirando de la red.

En la revolución eléctrica hay unas cuantas cosas que cambiar de la mentalidad colectiva. Por ejemplo, en función de los recorridos de cada uno puede no ser necesario salir todos los días con las baterías cargadas a tope, ni siquiera cargar todos los días. Puede que «cualquier» enchufe sirva para un coche eléctrico, pero sin duda alguna lo suyo es que se usen cargadores inteligentes. Es cuando se consigue la combinación más eficiente.

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