Los tranvías eran una imagen clásica en muchas ciudades europeas hasta los años 80 y 90. Pero a partir de ahí estos comenzaron a desaparecer en favor de los autobuses diésel, la expansión de las redes de metro, y sobre todo, el incremento del coche privado. Muchos de esos tranvías se destinaron a países como Corea del Norte, y otros a museos. Museos de donde ahora se están recuperando para usar de nuevo en calles como las de la ciudad alemana de Dresde.
La autoridad de tráfico de la ciudad ha recuperado unos tranvías Tatra fabricados en la antigua Checoslovaquia, y que dominaban las calles de la República Democrática de Alemania antes de la reunificación. Eran fiables y robustos, lo que ha permitido que ante el importante incremento de los precios de los carburantes, se estén recuperando para reforzar los servicios de transporte públicos.
Estos tranvías fueron construidos entre los años 1967 y 1984 y ahora un total de cuatro unidades han regresado a las calles de Dresde para trabajar en las líneas 3 y 9 durante el día. Un quinto modelo permanece en reserva y sirve como vehículo de sustitución.
De momento la idea es usar estos vehículos solo durante este verano, y como mucho se quiere extender su uso de emergencia hasta el otoño.
Además del elevado coste de los carburantes, estos tranvías han sido recuperados por el grave problema para lograr piezas de repuesto para los modelos modernos. Los fabricantes no pueden suministrar algunos componentes, como los convertidores de potencia, porque el mercado mundial de componentes electrónicos está vacío. Algo que se combina con la apuesta de Alemania por el transporte público para sortear la cuestión de los precios de los carburantes.
Pero esta es una solución temporal ya que estos sistemas no están preparados para cumplir con los requisitos actuales, como contar con plataformas bajas para facilitar el acceso a personas con problemas de movilidad.
Un ejemplo de una tecnología válida, eficiente y robusta, que por alguna razón ha sido sustituida en buena parte de Europa en un giro hacia los combustibles fósiles que ahora nos está pasando una factura más que elevada y que nos obliga a tomar decisiones tan desesperadas como sacar vehículos de los museos.
Vía | Berliner-zeitung